“No dejo de oír a la gente pidiendo auxilio, su hilo de voz perdiéndose en la oscuridad y la silueta de un hombre en el techo de su coche alumbrada por...
- 15/04/2022 00:00
Sanciones para la paz
La inaceptable y condenable invasión de Rusia a Ucrania, que se vive en las últimas semanas y que ha cobrado la vida de miles de personas, estremece a toda la comunidad internacional. Frente a esta barbarie, las grandes potencias, en especial los EE. UU. y sus aliados europeos, han tomado medidas basadas en el castigo a través de sanciones económicas.
Esto se traduce en un mensaje certero frente a esta inaceptable acción: obligar al Kremlin a que su aparato de Gobierno haga un alto a sus ataques, recapacite en sus escaladas de violencia y se logre una salida de paz a través del diálogo.
En todo esto, los bancos rusos han quedado fuera del sistema Swift, esto permite el traspaso de dinero de un banco a otro en todo el mundo. Y es parte de las medidas incluidas en la llamada: madre de todas las sanciones. Otros países han vetado la importación de petróleo ruso; y ha tenido un fuerte impacto con el alza de algunos productos a nivel mundial; las reservas del Banco Central de Rusia están parcialmente bloqueadas y varias empresas transnacionales han cerrado sus operaciones en dicho país.
¿Estos golpes a la economía rusa son la mejor acción para domar el uso de armas de la fuerza militar? Lo que hemos visto ha tenido grandes resultados. El incremento de algunos productos, desempleo, y una posible dependencia del gigante asiático. También reconocer el enorme rechazo de una gran parte de la población rusa por las acciones tomadas por Vladimir Putin y su equipo. Estas acciones sancionatorias hacia Moscú marcan un precedente en el debilitamiento de todas esas acciones militares contra Ucrania.
Sin embargo, en determinados casos, tienen efectos no deseados e incluso con resultados no esperados, ya sea fortalecer el poderío de Moscú y generar un impacto negativo en los derechos humanos, la democracia y otros aspectos socioeconómicos y culturales.
Si este problema se agrava, se incrementan las consecuencias como el escalamiento de las hostilidades, la formación de un adoctrinamiento ruso – con grandes consecuencias a su población – para generar una nueva escalada de conflictos en el plano mundial, además de bloquear la posibilidad de lograr un acuerdo que ponga un alto a esta intervención militar.
Definitivamente, estas medidas tienen otros efectos, específicamente graves para el comercio, la industria y el costo de la vida de los países no involucrados en este conflicto.
Como parte de las prohibiciones de las operaciones procedentes de la UE y de otros países, se calcula que más de la mitad de las reservas rusas están detenidas. La prohibición también ha sido impuesta por otros países (como los Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido), que también acumulan una buena parte de las reservas de Rusia en el extranjero.
Notablemente, las sanciones han afectado tres rubros: los precios del petróleo, granos y el gas natural. En Europa, un tercio de su suministro de gas y alrededor de un cuarto de su petróleo vienen de Rusia; productos tales como granos, trigo y el maíz, básicos para la cadena alimentaria, no solo del viejo continente, sino de los compradores de Asia y África; y, por último, la recuperación económica de la COVID-19.
Hace algunos días, la Asamblea General de la ONU suspendió la membresía de Rusia del Consejo de Derechos Humanos. Esta medida se tomó al expresar su grave preocupación por la actual situación de graves hechos sobre en Ucrania, en específico, por los informes de excesos y abusos de los derechos humanos y de violaciones a acuerdos y tratados internacionales que garantizan la seguridad ciudadana.
En el centro de todos estos hechos, la comunidad internacional juega un papel clave y fundamental y su respuesta la podemos encontrar en la diplomacia, como parte de la búsqueda de soluciones pacíficas y duraderas. En este sentido, las sanciones deben considerarse como un instrumento para alcanzar la paz, no como un fin en sí mismas. También es necesario evitar, lo más pronto posible, igual que ha ocurrido en otras ocasiones, que estos absurdos fenómenos entre países y regiones se conviertan en caldo de cultivo para la generación de nuevos conflictos.