• 03/03/2023 00:00

¿Seguirá el PRD los pasos del panameñismo?

“Ambos mantenían un nacionalismo arropado por las figuras de sus carismáticos líderes, aun cuando ambos eran señalados por cooperar con otros Gobiernos. Así podemos definir lo que eran el panameñismo de Arnulfo y el PRD de Omar”

Partidos tradicionales, de antaño, arraigados en sus inicios a un caudillismo que cautivaba masas antagónicas entre sí. Persecución, golpes militares y señalamientos de corrupción de bando y bando. Ambos mantenían un nacionalismo arropado por la figura de sus carismáticos líderes, aun cuando ambos eran señalados por cooperar con otros Gobiernos. Así podemos definir lo que eran el panameñismo de Arnulfo y el PRD de Omar.

El panameñismo, a la muerte de Arnulfo, mantuvo su vigencia por la existencia en el país de un Gobierno devenido de un fraude electoral (1984), encabezado por el PRD. Que logró, con la figura de su viuda, sobrevivir zarpazos y en 1989, sin partido, hacerse con un Gobierno encabezado por Guillermo Endara. Luego inscrito y con cambios de nombre del panameñismo al arnulfismo y luego, por derrotas desastrosas, retomar el nombre original.

En 1999, gana las elecciones Mireya Moscoso y a raíz de eso, trata de imponer un caudillismo, que no se heredaba, imponiendo a José Miguel Alemán candidato oficialista, aun cuando buena gente, no era vendible, era un rabiblanco simpático, pero no lo que quería el país. Pierde aparatosamente contra Martín Torrijos, producto de que el voto panameñista se fue con el panameñista Guillermo Endara y no con el partido.

A partir de ahí, en un error de cálculo, Mireya se va distanciando del partido y lo deja huérfano, a merced de personas y personajes que tenían proyectos personales e intereses personalismos, pero que necesitaban un partido. Así aparece un Marco Ameglio que desaparece por ahí mismo y emerge Juan Carlos Varela, que acechaba desde hacia rato desde el bando de Alberto Vallarino. Ninguno con una convicción real de querer salvar y apuntalar al panameñismo, con miras al futuro.

Dirán algunos, “Varela ganó”, sí, pero ganó por una gama de situaciones que se conjuraron alrededor de una víctima, del supuesto menos malo, que lo hizo presidente. Pero, a nivel de partido, se descuidaron las bases, la membresía y, por ende, el sentir de partido y la pertenencia se fueron. Y no se puede dejar de decir que la elección del 2019 ha sido la más catastrófica que ha tenido en vida histórica el panameñismo (8 %). No sé si por el candidato, por las luchas internas o qué, pero para levantarlo se necesita mucho más que verborrea. El partido debe trascender a las personas, no las personas querer ser el partido, ahí el fracaso del panameñismo actual. Quedó a merced de quienes ni son ni practicaron ni creen en la doctrina panameñista.

Hoy, el PRD en el poder, luego de dos derrotas consecutivas, con un candidato importado, ganó las elecciones en el 2019. Desde su anuncio de candidatura hasta la imposición de su vicepresidente, de fuera se veía venir la decadencia de la doctrina torrijista, como le dicen los que defienden y definen a Omar. Cortizo no era parte del plan y tampoco quiso hacer parte al partido de su proyecto de gobierno. Dejó que su vicepresidente cogobernara y con eso alimentó hienas internas, que, con buen cálculo político, tomaron cuotas de poder, que el propio presidente no ha sabido cómo combatir y, producto de su cansancio, enfermedad o incapacidad, dejó al PRD a su suerte.

El PRD navega como un buque a punto de colapsar, sus enemigos son internos, los intereses pesan más que la militancia y quienes lo dirigen son capaces, aunque ya lo han hecho, de pactar con el mismo diablo con tal de mantener, no el Gobierno, sino sus intereses. Se juegan entre acusaciones de delincuencia y narcotráfico en sus filas, con lo cual tienen para el clientelismo que envuelve al ciudadano que con una bolsa de comida, entrega el alma.

Mientras eso se da a lo interno del partido, el presidente le da la unción o extrema unción a su vicepresidente, para que vaya a una batalla que de ante mano está perdida, porque él no representa a ningún sector dentro del PRD. José Gabriel Carrizo representa a Cortizo, no tiene militancia ni ejecutorias, simplemente le dieron la llave de la bodega y la usó. Y, como la mayoría de los “amateur”, escuchará a los amigos de la silla decirle “dale, que tú puedes”.

¿Pero qué alternativa tiene el PRD? ¿Quién puede lograr enderezar ese barco enorme, que se jacta de su cantidad de inscritos, pero que aun así le propinaron dos derrotas antes?

Ahí es la cuestión, el PRD con Carrizo está destinado a un proyecto personalista, no hay visión a futuro de la doctrina y la militancia de la que hizo gala en antaño. Hoy, sus dirigentes no representan ni respetan la disciplina de partido, desde Martinelli y Varela mantuvieron cuotas de poder, o sea, nunca estuvieron en la oposición, como el resto de los miembros. Acomodados en cómo hacer negocios y complacer al presidente de turno, van sepultando al PRD y llevándolo a ese destino al cual otros llevaron al panameñismo.

El relevo generacional nunca llegó al PRD, a los que les tocaba ya están viejos, porque precisamente los viejos no le dieron su espacio. Ahora están a merced de un mercantilismo electorero, que, si no viene alguien y pone orden, aun perdiendo las elecciones del 2024, están destinado a sucumbir y decir adiós a cualquier posibilidad de Gobierno en los próximos años. Y ahí es donde los que piensan y analizan sus posibilidades deben entender su responsabilidad histórica con su partido.

Así veo las cosas y así las cuento.

Abogado
Lo Nuevo
comments powered by Disqus