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- 20/06/2023 00:00
¿Seguirá la trampa en la Lotería?
Con el anuncio de que muy pronto tendremos lotería electrónica, vuelven a prenderse las alarmas. Será que los actuales regentes de la Lotería Nacional, al ver que su estadía en el gobierno está por caducar en mayo del 2024, quieren perpetuarse 10 años más con la empresa extranjera que manejaría la nueva operación. Están viviendo el año de Hidalgo, al estilo mexicano, “que se chingue el que deje algo”.
La Lotería Nacional es un gran negocio no solo para el Estado y las sanguijuelas que se aprovechan de su poder político, sino para aquellos que, actuando al margen de la Ley, manejan sus propias loterías como las casas grandes, antes conocidas como la bolita, la lotería china, que cada vez proliferan más, y la que nos venden de Miami, todas con la connivencia de las autoridades, que saben perfectamente quiénes son los que están detrás de esos negocios ilícitos. Y eso no es gratis.
Al cubano José Gabriel Duque le llamaban el “Rey de Panamá”. Entre sus negocios con el Gobierno colombiano estaba la explotación, desde 1882, de la lotería que se vendía en el istmo y que continuó tras nuestra separación de Colombia en 1903. La ayuda que Duque brindó a los separatistas panameños fue importante. Su descendencia tuvo mucho poder en el país. Siendo dueño de La Estrella de Panamá, en cuyas páginas se hicieron ataques feroces al presidente Belisario Porras en su primer mandato en 1914.
La razón: el visionario presidente consideraba que la Lotería debía ser pública, explotada por el Estado. Le contaban los días de su mandato con el pregón de que faltaban tantos días para que finalizara “la desastrosa administración de Porras que ha venido pesando como una lámina de plomo sobre el pueblo panameño”.
Esa malévola campaña se lanzó días antes del 5 de diciembre de 1914, cuando el visionario Porras firmó la ley para nacionalizar los juegos de azar y la Lotería, entonces propiedad de Duque, representándole una ganancia semanal de $18 000, unos $75 000 actuales. El contrato vencía el 31 de diciembre de 1918 y la ley se ejecutó, pero, como parte de la compensación que posteriormente se les dio, quizás estuvo la millonaria concesión de la impresión de los billetes que de repente se les ha mantenido hasta hoy.
El 14 de octubre de 1965 pude conocer el poder de quienes controlan el negocio de lotería clandestina. Ese día, nos detuvieron a 25 jóvenes demócratacristianos por protestar en el Ministerio de Previsión Social y Salud Pública, contra la corrupción del Gobierno liberal de Marco Robles.
Nos condenaron ilegalmente a 20 días de cárcel. El mismo día se anunció la detención del conocido Rey de la Bolita, Presbítero Jenkins Góndola. Lo agarraron con las manos en la masa, decomisándole libretas de números de la bolita y mucho chen chen. El mismo día lo liberaron. Su poder llegaba hasta los jefes del Gobierno y de la Guardia Nacional.
En 2003, durante el Gobierno de Mireya Moscoso, conocí sobre el negocio de las casas grandes. En visita a Chiriquí, me percaté cómo operaba el lucrativo negocio ilegal en manos de funcionarios del Gobierno. Alerté a la mandataria de mis investigaciones. La respuesta fue el silencio. Los números oficiales de los sorteos de la Lotería Nacional eran los mismos premiados de la clandestina. Vendían, inclusive, aquellos de la vecina Costa Rica, con un total de seis sorteos semanales, sin pagar un centavo de impuestos, pero sí algunas coimas a las autoridades municipales y policiales para que no vieran nada. Todo eso lo denuncié. Por supuesto, no se hizo nada. El aceite de la corrupción era mucho.
Esos negocios siguen actualmente y han llegado al extremo de los escándalos que conocemos como los dudosos ganadores millonarios del Gordito y los billetes cobrados de los ganadores devueltos. Denuncias van y vienen sin resultado alguno. Hoy es Cortizo el que ha guardado silencio, pero en el pasado todos han mirado a la Lotería Nacional como un mal necesario para contentar algún aliado político, como es el caso de los últimos Gobiernos con Molirena.
Si queremos darle un rumbo diferente al país, debemos enseriarnos en el manejo de entidades como la Lotería Nacional de Beneficencia, que tanto producirían al Fisco Nacional para atender necesidades sociales y que pondrían coto a la vagabundería existente de que hay hasta diputados con cientos de libretas.
Solo falta voluntad para poner orden.