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- 22/04/2019 02:01
Temor reverencial a los fallos del superior
Por lógica humana y como principio básico, se establece que debemos aceptar que el Superior es, en la mayoría de los casos el más sapiente, con más experiencia, el que menos se equivoca, el oráculo del inferior, el mentor. Así, lo normal es que el padre guíe al hijo, que el jefe oriente a sus subalternos y sobre todo, el maestro al discípulo. Sin embargo, la experiencia enseña que, a veces, los padres también se equivocan y los hijos les enseñan aspectos sustanciales de la existencia humana.
En la administración de justicia, ocurre algo semejante cuando magistrados o superiores jerárquicos cometen fallas o errores notorios en sus decisiones, advertidas y con claros desvíos jurídicos que deben ser corregidos por los jueces. Cuando esto ocurre, la casi totalidad de estos jueces experimentan un MIEDO PROFUNDO a desconocer los argumentos sustentados por los magistrados y superiores y consideran irreverente, temerosos de rebelarse o corregir lo dictado por estos. Estiman más prudente refrendar la evidente injusticia que se comete, el desconocimiento y aplicación real de las normas jurídicas que hace respetar la equidad y la justicia. De esta pusilánime actitud es que nace el llamado TEMOR REVERENCIAL, fenómeno altamente dañino que matiza de injusticias muchas decisiones que comprometen la libertad del sujeto pasivo de la acción penal.
Los jueces necesitan equidad para imponer una pena justa, si se amerita, apegada a Derecho o interpretar correctamente el sentido de las normas a favor del endilgado.
Como bien afirma el maestro Devis Echandía: ‘El juez debe sentirse soberano en la recta y justa aplicación de la justicia, conforme a la Ley'. Toda intervención externa al proceso que trate de desviar su criterio en cualquier sentido, peca contra él y hace desvirtuar la esencia misma de su cargo. Por eso, nada más oprobioso o dañino que la existencia de jueces políticos al servicio de los gobernantes o de partidos políticos.
Para que los jueces cumplan con principios básicos de equidad e independencia jurídica, deben despojarse del TEMOR REVERENCIAL y de todo afecto, desafecto o interferencia alguna para cumplir su sagrada misión de impartir justicia, verdadera justicia a sus congéneres. Los jueces deben contar con el valor suficiente al tomar una decisión jurisdiccional, sujetos a sus conocimientos y sana crítica para invocar a favor de las personas afectadas en un proceso la interpretación y aplicación de las normas, independientemente, si magistrados o superiores emiten fallos o cometen en los mismos errores jurídicos. El maestro Osorio, en su obra ‘El juez es el alma de la toga', señala ‘es ese ser humano investido de mando y jurisdicción por Ley, en cuyas manos se encuentra la responsabilidad sagrada de resolver un conflicto y deslindar responsabilidad'.
Señores jueces: El principio de Independencia Jurídica alude a esta imperiosa norma rectora y a la obligación de apreciar, interpretar y aplicar el Derecho con equidad y justicia, sin más obstáculos que las disposiciones legales existentes y lejos del TEMOR REVERENCIAL, respetando el equilibrio de estricta igualdad con relación a las partes en conflicto; pues, cada parte tienen el derecho a plantear sus fundamentaciones jurídicas, y el juez a realizar un juicio justo y cierto de la materia en conflicto y no caer en el apasionamiento que ciega muchas veces la razón, cuando el juez está obligado a colocar en una balanza las consideraciones y sustentaciones y atender los medios probatorios idóneos en los que cada una de las partes ha fundamentado su petición y defensa y fallar en estricto Derecho.
ABOGADO
‘Los jueces necesitan equidad para imponer una pena justa, [...], apegada a Derecho o interpretar correctamente [...] las normas a favor del endilgado'