• 05/11/2016 01:02

Algunas consideraciones en torno a los abogados doctores

Mientras en algunas países solo los médicos y los dentistas son llamados doctores, en otras partes también los abogados lo son

Mientras en algunas países solo los médicos y los dentistas son llamados doctores, en otras partes también los abogados lo son. Esto último sucede, normalmente, cuando los profesionales del Derecho, con posterioridad a la culminación de sus estudios básicos y hasta con idoneidad para el ejercicio de la abogacía, prosiguen y aprueban estudios superiores de especialización y postgrado.

Para los comienzos de la República, surgieron igualmente entre nosotros autodidactas meritísimos a quienes se ofrecía reconocimiento como Abogados Doctores. Ellos practicaban, además, un periodismo de gran altura e igualmente ejercían frecuentemente cargos diplomáticos en el exterior.

En Inglaterra y los Estados Unidos, por otra parte, un porcentaje mínimo de abogados, dentistas y médicos obtiene el título máximo de Ph.D. (Philosophy Doctor o Doctor en Filosofía). Ello obedece a que, casi siempre, estos profesionales se dedican al ejercicio de sus respectivas carreras y relativamente muy pocos continúan largos años adicionales de estudio. Lo mismo sucede con el ejercicio sobresaliente de la cátedra universitaria o la preparación de libros, a veces dedicados a sus respectivas especialidades.

Existe, igualmente, el título honorario de Ph.D. que se ofrece a profesionales distinguidos, solo después de reconocidas ejecutorias a lo largo de muchos años y la publicación de trabajos de investigación, considerados aportes no solo a la Medicina o al Derecho, sino también a otras disciplinas y materias.

En la mundialmente reputada London School of Economics and Political Science, donde cursó su postgrado el Dr. Harmodio Arias, después de graduarse en la antiquísima e igualmente prestigiosa Universidad de Cambridge, se podía obtener también el Postgrado en Derecho.

A diferencia de los médicos y dentistas, los abogados en ejercicio son distinguidos además en el mundo anglosajón con la denominación de ‘Squire', al final de sus nombres.

El porqué del mayor respeto tanto a la Constitución como a la Ley y, en general, al profesional del Derecho en el norte, comparado con el del Sur de América, debe llevarnos de por sí a profundas reflexiones. A diferencia de nosotros, por ejemplo, durante la Colonia no se dijo ni practicó en el norte, nada similar a ‘La Ley se acata, pero no se cumple'.

Con jueces a veces electos directamente por ‘We the People', el ideal de la democracia sostiene así una de las bases fundamentales de lo que Abraham Lincoln definiría tan brevemente como ‘El Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo'. Se trata, entonces, de un ideal, como el de la sabiduría y la justicia. El ideal, en fin, de la mayor participación popular en la determinación de su destino.

Sobre este tema, sus raíces y sus implicaciones filosóficas e históricas, hemos reflexionado ampliamente en nuestro libro La democracia enjuiciada: alegato de la defensa (Evolución o evolución) .

Pero volviendo a la denominación de los abogados doctores, en Cuba y otros países, todo aquel que completaba la carrera básica de Derecho en la Universidad, ha obtenido el título de Doctor. Algo que también se ha aplicado a variedad de otros estudios de nivel universitario, tanto en ciencias como humanidades. Por ello, dependiendo de qué país se trata, incluso el título de Licenciado puede tener mayor reconocimiento internacional que el de Doctor, para no hablar siquiera de los postgrados.

En Venezuela, por otra parte, también ingenieros civiles destacados son llamados doctores y, entre ellos, hacen frecuentemente la broma de llamarse doctores y generales.

¿Y qué decir del eminente galardón de ‘profesor' en Alemania y ‘maestro' en España o México, donde el título se remonta a las cofradías medievales?

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