El VAR en la educación

Actualizado
  • 18/07/2020 14:08
Creado
  • 18/07/2020 14:08
Con el sistema del VAR se hace justicia ya que se pueden rectificar decisiones arbitrales en el fùtbol. ¿En la educación sucede algo similar?

La implementación de la tecnología en el deporte mediante el sistema de video arbitraje (VAR, por sus siglas en inglés) se implementó en un mundial de fútbol por primera vez en el 2018. Es un sistema que se utiliza cuando existan dudas sobre la anotación de un gol o sobre una acción que merece sanción.

La aparición del VAR en el deporte más bello del mundo no se ha producido sin polémica, ya que existen muchas voces que justifican que el VAR hace perder mucho tiempo de juego revisando nuevamente las jugadas con lo cual se pierde el ritmo del partido. También hay quienes siguen diciendo que las controversias en cuanto a la interpretación de las jugadas se mantienen, toda vez que siguen siendo humanos quienes la realizan.

Por otro lado, con el sistema del VAR se hace justicia ya que se pueden rectificar decisiones arbitrales. Como por ejemplo se podría corregir la no consideración de un gol fantasma (10 de octubre de 2017) o la no marcación de una falta en el área que el arbitro inicialmente había pitado (México vs Holanda en 2014 “no era penal”). La tecnología ha llegado al deporte para quedarse y para dar más justicia, pero no ha reemplazado a los árbitros.

¿En la educación sucede algo similar? Si, la tecnología viene representar una ayuda y un potenciador de la calidad y acceso a la información en ámbitos académicos. Pero al igual que en el deporte, con los árbitros, la tecnología no debe sustituir por completo la explicación del docente. En tiempos de pandemia como los cuales estamos viviendo la tecnología viene a ser un aliado indispensable si las clases se dictan de forma virtual donde el docente interactúa semanalmente con el alumnado y por el mismo período de tiempo (cuatrimestral, trimestral o semestral).

Pero el abuso de la educación virtual como es el caso del sistema modular donde no se le exige al docente dictar clases virtuales, en total ausencia de la explicación docente, ha demostrado ser un fracaso.

Según el National Study of Online Charter Schools (investigación nacional sobre escuelas chárter por internet en Estados Unidos, 2015) concluye que las escuelas chárter por internet el aprendizaje de los alumnos se encuentra rezagado con este sistema. Se reflejaron los siguientes datos: sólo un 2% de alumnos de escuelas modulares superaban a los estudiantes de escuelas presenciales en lectura y en matemáticas ningún alumno virtual era mejor.

La enseñanza por módulos consiste en que el docente es una especie de programador donde solo tiene algunos “contactos” con los alumnos y se dedica principalmente a colgar en el sistema asignaciones, vídeos, resúmenes o extractos de textos -por un período de un mes que basta para que el estudiante apruebe una materia- además que las evaluaciones son automáticamente generadas por el sistema. Una evacuación automática de este tipo dificulta calificar la capacidad de análisis del estudiante. La interacción con el docente considerablemente menor.

En Panamá existe un gran abismo de acceso a sistemas tecnológico entre la población que debemos considerar al momento de implementarlo, para no sumarle a la brecha social y económica, el aumento de la brecha educativa.

Entre los beneficios de la educación virtual se encuentran que las clases son grabadas, las asignaciones se registran y por tanto los estudiantes pueden repasar las explicaciones; además sirve como un medio para la evaluación del desempeño docente. La pedagogía en ambientes virtuales debe ser reformulada por el docente para aprovechar al máximo la herramienta.

En fin, debemos aceptar que la tecnología ha llegado para mejorar la educación presencial, pero no para sustituirla. Es muy importante utilizar la tecnología correctamente mediante clases virtuales dictadas y colocando al estudiante como el centro de la clase, incentivando su participación y las herramientas para que investiguen y sean también autodidactas (educación del siglo XXI). 

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