• 10/01/2021 00:00

Variantes y vacunas en COVID-19

“Las vacunas actuales, afortunadamente, parecen ser efectivas contra las nuevas variantes, porque la inmunización induce la producción de una gran gama de anticuerpos (defensas) contra muchas regiones del genoma viral”

Las mutaciones en el ámbito microbiano son eventos evolutivos naturales y frecuentes. Virus, bacterias, hongos y parásitos cambian su estructura genética de manera recurrente para generar una ventaja competitiva que les adapte a la presión biológica del entorno. Esta resiliencia darwiniana es particularmente típica de los virus ARN, tales como los de influenza (gripe), VRS (bronquiolitis), VIH (Sida) y coronavirus (resfriado común y COVID-19), entre otros. En 12 meses de pandemia se han identificado miles de variantes de la cepa original del SARS-CoV-2. La variante D614G (reemplazo de glicina por aspartato), la ma´s comu´n actualmente, se asocia a una ligeramente superior transmisibilidad comparada con la cepa de Wuhan. Las otras mutaciones han mostrado un efecto neutral en la contagiosidad y agresividad del virus. La emergencia reciente de las variantes británica VOC 202012/01 (linaje B.1.1.7), sudafricana 501Y.V2 (linaje B.1.351) y brasileña (linaje B.1.1.28); sin embargo, causa preocupación en la comunidad científica, por asociarse a un incremento importante (50-75 % en tasa de contagios o un Ro adicional de 0.4-0.7) en el grado de propagación y porque la mutación E484K (sustitución del ácido glutámico por lisina), hallada en la Ciudad del Cabo y en Río de Janeiro, parece provocar una reducción de la neutralización viral por algunos anticuerpos del plasma convaleciente de supervivientes.

A diferencia de las mutaciones puntuales previas en menos de tres (3) nucleótidos de la cadena de ARN (30 mil nucleótidos de extensión), la cepa británica contiene 23 mutaciones, ocho (8) de las cuales están en la proteína S (3000 nucleótidos de extensión) que el virus usa para unirse al receptor ACE2 y entrar en nuestras células, antes de iniciar su proceso de replicación e infección. Esta variante fue detectada en septiembre 21 (Kent County, Inglaterra) y actualmente representa más del 90 % de las nuevas infecciones en el Reino Unido. Esta cepa se originó aparentemente en un paciente inmunosuprimido, en quien el virus permaneció viable por tiempo prolongado, debido a una respuesta inmune defectuosa, fenómeno que facilitó la acumulación secuencial de cambios en el genoma viral. Tres mutaciones son de especial interés. La primera es la supresión de dos (2) aminoácidos (histidina y valina) en las posiciones 69-70 de la proteína S; la segunda es la mutación N501Y (tirosina por asparagina) en la posición 501, sustitución que provoca una unión más sólida del SARS-CoV-2 al receptor celular (mutación compartida por variante sudafricana); y la tercera mutación es la P681H (histidina por prolina), una posición clave para que el virus penetre el epitelio respiratorio, después que la proteína S es cortada por una enzima denominada furina.

Pese a que estas variantes no son más agresivas, el aumento en la contagiosidad provoca que mucha más gente se infecte a corto plazo y tenga que ser hospitalizada, algo que podría ocasionar la saturación en la demanda asistencial y, por ende, un incremento indirecto de fallecimientos. Varios modelos epidemiológicos sugieren que un aumento de 50 % en la transmisibilidad resultaría al final en más defunciones que un idéntico aumento de 50 % en la letalidad. Otra repercusión relevante es que se está viendo una mayor tasa de infección en niños (incremento de 15-25 %) y una probablemente superior carga viral en la nasofaringe de enfermos en los lugares con mayor circulación de la novedosa cepa. La aparición de variantes no implica ningún cambio en la forma tradicional de protegerse (uso de mascarilla, distanciamiento, lavado de manos, etc.), pero alerta a que el mínimo descuido sería aprovechado por el virus para infectar.

Las vacunas actuales, afortunadamente, parecen ser efectivas contra las nuevas variantes, porque la inmunización induce la producción de una gran gama de anticuerpos (defensas) contra muchas regiones del genoma viral. Estos cambios puntuales, además, ocurren en menos del 0.2 % de la longitud de la cadena de ARN y en menos del 0.6 % de la proteína S. La potencial reformulación de vacunas en el futuro para enfrentar estos cambios antigénicos, no obstante, es algo ya habitual en la ciencia de las inmunizaciones. Con la tecnología moderna resulta incluso más fácil modificar rápidamente la composición de la vacuna original. Pese al exiguo presupuesto institucional, el Instituto Gorgas, a través de sus extraordinarios científicos, trabaja intensamente para pesquisar las variantes localmente y poder conocer si estas cepas ya circulan en Panamá.

A la fecha, casi 20 millones de vacunas (Pfizer, Moderna, Sputnik, Sinopharm, Sinovac) han sido aplicadas a nivel mundial (https://ourworldindata.org/covid-vaccinations) y menos de un centenar de reacciones relevantes han sido publicitadas en medios. La anafilaxis (alergia severa) a vacunas de mARN se ha presentado en 1 por cada 100 mil inmunizados (CDC), mayoritariamente en personas con antecedentes similares en el pasado, ocurriendo durante la primera media hora de la inyección. Los 21 casos reportados se han recuperado rápidamente con manejo farmacológico (epinefrina). Las redes informáticas, desafortunadamente, solo destacan estos raros contratiempos y no el notable récord de seguridad y utilidad que han exhibido las vacunas por décadas. A excepción del agua potable, ninguna intervención en salud pública es más barata e impactante que la vacunación. No perdamos el sentido común.

Médico e investigador.
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