Según el economista en jefe de la FAO, Máximo Torrero, la región ha reducido la prevalencia del hambre, con casos destacados como Brasil, República Dominicana...
Más allá de izar la bandera o vestir nuestros trajes típicos, este mes nos invita a recordar lo que realmente somos: un país grande, valiente y lleno de logros que merecen orgullo. Resulta triste escuchar a líderes que intentan inspirar con discursos de patriotismo, pero carecen de la autoridad moral para hacerlo. Son los mismos que alimentan la toxicidad en medios y redes, contaminando el espíritu de unión que tanto necesitamos. Esos mensajes nublan lo que somos y nos arrastran a una ola de pesimismo y crítica vacía. Panamá no se construyó desde la queja, sino desde la fe y el trabajo conjunto. Somos una nación que creció gracias a la confianza de otros pueblos que vieron en nosotros un país con potencial, con carácter, con alma. No podemos permitir que la desconfianza y la apatía debiliten los valores que nos han definido. Somos un pueblo cálido, alegre, privilegiado por nuestra posición geográfica, nuestra cultura, nuestra gastronomía y nuestro clima. Somos mar y montaña, somos puente del mundo y corazón del universo. Y sí, somos el mejor país. Pero no basta con decirlo: hay que creerlo, promoverlo y trabajar por él. Que el rojo, blanco y azul no solo flameen en nuestras calles, sino también en nuestra conciencia. Que nos recuerden la valentía de este pequeño istmo que se atrevió a ser grande.