• 13/10/2023 00:00

Educar con calidad

Mientras en la ciudad una persona puede acudir al médico tan rápido como la transporte un taxi o una ambulancia; en la campiña pueden morir

En la campiña, la vida es muy diferente a la de los centros urbanos. Ni los juegos se disfrutan igual, ni se vive de la misma forma. Eso sí, la felicidad reina a lo natural. Niños de sonrisas pícaras, corren por los valles, selvas o potreros… Manejan con destreza inigualable el biombo o el anzuelo… Saben cómo hacer un tapón para atrapar perdices. Trepan a los árboles y se zambullen a los ríos… Son almas libres que disfrutan de la naturaleza, pero viven también rodeados del peligro… Mientras en la ciudad una persona puede acudir al médico tan rápido como la transporte un taxi o una ambulancia; en la campiña pueden morir, porque el grito de auxilio no alcanza a ser escuchado tan fácilmente. Y no importa en qué lugar se encuentra, siempre hay la posibilidad de que un niño encierre la mente privilegiada de un ser humano. Lo demuestra la historia. Diógenes fue pobre, muy, pero muy pobre, más hoy está registrado entre los 12 principales filósofos griegos de la historia. Un proyecto interesante, ahora que estamos en campaña, sería encontrar a todos esos niños y llevarlos a un centro y ofrecerles educación de calidad. Y es que nadie sabe si entre esos niños de la campiña nuestra están los Diógenes panameños. ¡Así de simple!

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