Representantes de las diferentes actividades económicas del país alertaron sobre las consecuencias que se avecinan si los cierres continúan. Hicieron un...
La Organización Mundial de la Salud ha expuesto un dato alarmante: unos 1.800 millones de adultos (el 31%, casi una tercera parte) no practicaron los niveles recomendados de actividad física en 2022 y corren riesgo de enfermar a causa del sedentarismo. Este hallazgo solo es el inicio del problema de mantenerse esta tendencia, se prevé que de aquí al 2030 se produzca un aumento adicional del 35%. Si fuéramos conscientes de lo que ocasiona la inactividad física, le daríamos más importancia. Hay que entender que el sedentarismo tiene graves repercusiones para la salud pública. La falta de ejercicio expone a las personas a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares como infartos y accidentes cerebrovasculares, diabetes tipo 2, demencia y ciertos tipos de cáncer como el de mama y el de colon. No es casual que el sedentarismo de los ciudadanos se dé en un país como Panamá con largas jornadas laborales que priman la presencialidad, ritmos de trabajo muchas veces extenuantes, precariedad o —no es baladí— el denso tráfico que viven para llegar a sus hogares tras la rutina. Las condiciones de la infraestructura y el transporte público afectan también enormemente. Por ejemplo, la larga espera en paradas de transporte público, la inexistencia de aceras y espacios para practicar deporte en buen estado. Hay que revertir la tendencia que proyecta la OMS. La tarea primordial de cada nación debe ser siempre preservar la salud, por todos los frentes. Es imperativo la realización de campañas deportivas para aumentar la conciencia pública y afilar las acciones para que la actividad física forme parte de la vida de cada panameño.