La ruta es clara. Panamá no es solo una ruta de tránsito. Tiene el potencial para convertirse en un eje poderoso y articulador del comercio mundial, fusionando eslabones marítimos, terrestres, aéreos y digitales. En este sentido, se habla ya de una estrategia nacional que no solo actualiza la política portuaria, sino que promueve una sinergia entre todos los modos de transporte y las plataformas de servicios asociados. Sin embargo, las promesas de progreso no se materializarán si no se enfrentan los cuellos de botella que han frenado por años el desarrollo logístico del país y los ‘juegavivo’ políticos para sacar provecho a intereses personales y no nacionales. Proyectos como el puerto de Corozal, el de isla Margarita en Colón o PPC han estado atrapados en litigios y disputas que, en muchos casos, parecen más reflejo de intereses particulares que de visión de país. Reordenar el sistema de concesiones portuarias no es solo un acto de gobernanza, es una decisión que debe ser contundente. Alberto Alemán Zubieta, exadministrador del Canal y voz autorizada en el ámbito marítimo, lo expresa a este diario sin ambigüedades: Panamá tiene hoy una oportunidad única para redefinir su rol global. Esta ventana de oportunidad no se mantendrá abierta para siempre. La competencia internacional se acelera y otros países invierten agresivamente en sus propias plataformas logísticas. Que no se pierda de vista que somos un país que alberga uno de los corredores marítimos más importantes del planeta, y por ello lleva en sus hombros una responsabilidad estratégica de convertirse en el verdadero ‘hub’ de todo el hemisferio.

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