El Mundial, un espejo

Con la derrota de Argentina y Paraguay ayer, y de Brasil el viernes pasado, América solo quedó con una esperanza para la final del Mundial Sudáfrica 2010: Uruguay. Empero, más allá de la pasión que genera cada cuatro años la Copa FIFA, la población panameña tiene que analizar por qué siempre se tiene que conformar con vivir el Mundial con la camiseta de otro país y no con la suya propia. Esta fiebre mundialista debe servir de moraleja para que se empiece desde ya a mirar el Mundial como una meta por conquistar. Hay que trabajar con dedicación para que nuestra selección llegue por primera vez a un mundial. Y los primeros que tienen que ponerse la casaca del compromiso son las autoridades del Gobierno y las deportivas, que desde otrora han fracasado en este campo, huérfano de planes y real inversión. No se trata únicamente de montar competencias profesionales, sino de crear semilleros de jóvenes y niños futbolistas que con apoyo integral nos den nuestros ‘Messi’ o ‘Kaká’ en los próximos años. Este Mundial lo ha demostrado: nada es imposible si hay voluntad.