• 14/12/2017 01:00

Revolución del pensamiento

Cada cinco años se gastan millonarios presupuestos en proyectos de toda clase, pero arranca el proceso electoral y son los mismos problemas que afloran para la crítica y la diatriba

Panamá es un país por construir, no hay duda. Por más de cien años hemos estado atados al pillaje, a la bribonada, a la farsa, al ‘pocoimporta'... Salvo algunos movimientos por la reivindicación soberana, nuestra realidad ha girado alrededor de un concepto mezquino e individualista que se llama riqueza y ambición, donde unos pocos son los beneficiados y dicen que su trabajo es por el bien de todo el país. Así, quienes llegan al poder son arrastrados a este punto sin retorno y son cinco años de mentiras tras mentiras, sobre lo que hacen por los ‘más necesitados'.

Cada cinco años se gastan millonarios presupuestos en proyectos de toda clase, pero arranca el proceso electoral y son los mismos problemas que afloran para la crítica y la diatriba. Y es que no estamos haciendo las cosas bien. Lo que hacen los Gobiernos es trabajar por los pelechadores del erario. Los proyectos que se hacen son en función del donante, del amigo, del coimero.

Los proyectos no se hacen por el bien del país. Se construyen por el bien de los intereses. Aquí no hay un plan nacional que identifique una ‘meta país'. Y la lógica elemental dice que debe ser lograr el grado de desarrollo en una fecha como el 2030.

Para ello debemos sentarnos todos los sectores a proyectar lo que queremos y no esperar a que venga un Gobierno y nos imponga sus conveniencias o las de sus amigos. Definitivamente, hay que dar un revolcón, porque no podemos perder otra década sin desarrollar Panamá. ¡Manos a la obra!

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