Las equivocaciones del Ecuador y luego Chile, en las últimas semanas, deben tomarse como ejemplos de cómo la sociedad reacciona frente a decisiones que considera contrarias. Panamá no escapa a esta realidad, porque el mundo transita sobre un candelero de esos que marcan la historia. Y es que la revolución digital y la decadencia de la globalización están provocando estos reacomodos. Es en estos cambios que se abren ventanas que el país que mejor las aprovecha puede abrirse hacia un mejor futuro. Es por eso necesario un Plan-País que sea del dominio público. Y no con cosas complejas para aterrizar una explicación, sino con ideas conceptuales de lo que debe ser. Por ejemplo, que Panamá se rete para lograr el grado de desarrollo humano en una década. Esto quiere decir que hay que volcarse a la educación desde el vientre de la madre y tutelar su aprendizaje de allí en adelante. Hoy graduamos muchachos de secundaria que no van hacia ningún lado y ese es un desperdicio de recursos. Hay que abrirle facilidades al sector empresarial para que industrialice el país. Dada nuestra posición geográfica, Panamá es un atractivo deseado por muchas empresas con las que se puede establecer una relación ganar-ganar, que fue exactamente lo que hizo China con las “joint venture”. Para lograr esto, no obstante, hay que ponerse de acuerdo como sociedad y no andar cada sector por su lado, proponiendo cualquier disparate. ¡No hay que desaprovechar la oportunidad!

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