Detrás y delante de las pantallas hay niños vulnerables que están expuestos a daños irreversibles. Las redes han desarrollado productos que, según estudios internacionales, hacen adictivos a los menores de edad. En Estados Unidos ha habido múltiples demandas al respecto. Acusan a las plataformas de perjudicar conscientemente la salud mental de los jóvenes. Y no solo por los contenidos que ayudan a difundir: el propio diseño del producto, esgrimen los litigantes, busca la adicción para atrapar al usuario. Cuanto más tiempo pase la gente enganchada a la pantalla, mayores beneficios económicos gracias a la publicidad, lo alerta el diario “El País”. Este círculo vicioso causa depresiones, desórdenes alimentarios y hasta tendencias suicidas. Por otro lado, ya es recurrente observar que hay miles de niños que se han vuelto mundialmente famosos en plataformas como TikTok, porque a su corta edad hablan, se maquillan y bailan en las redes como si fueran ‘influencers’ adultos. La sobreexposición de los infantes en las redes es altamente riesgoso: los adultos deben ser más conscientes al respecto. La prioridad global, desde todos los frentes, es la protección de los menores y debemos tenerlo en cuenta. Es alarmante que los niños crezcan pensando que pueden hacerse ricos con un celular en la mano y dejen a un lado la idea de ser doctores, ingenieros, arquitectos y se inclinen por ser ‘youtubers’ o ‘influencers’. Las redes muestran realidades inalcanzables y eso es peligroso. Es urgente reducir los tiempos frente a la pantalla, porque el daño que causa a los niños tiene que parar.

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