La llorona

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ESCARAMUZA

En el hotel Dos Continentes de Penonomé se encontraron unos varelistas con unos mireyistas. Me cuentan que los varelistas recomendaron a los seguidores de La Doña que le compren una cuerdita para el 2014. ¿Cómo?

MADE IN ITALY

A propósito del funeral de Estado, los paraguas que habían pa’ regalar a muchos de los asistentes eran made in Italy. ¿Alguna coincidencia?

DE VUELTA EL PROFE

A Willi Cochez lo vieron en la U, hablando con el decano de Derecho. ¿Prepara su regreso de la OEA?

REPARTIENDO BOLSAS

Mientras un lote grande de los locos se fue al funeral del Fufo, el gordo Chello se puso a repartir bolsas y huevos en la escuela República de Venezuela. Un ciudadano me comentó que como Gálvez fue tránsfuga con Mireya, porque se cambió del panameñismo al CD, ella no quería verlo ni en pintura en Penonomé.

UN CAOS

Lo malo de la repartidera del búfalo, ex paquidérmico, es que tenía la entrada a la Justo Arosemena vuelta un caos, con gente por todos lados esperando su bolsa y sus treinta posturas de gallina. No había ni un policía cerca para poner orden en el asunto...

OCUPADOS CON LOS ‘ALCANCES’

Algunos contribuyentes, de los pocos puntuales que quedan, no reaccionaron de la mejor forma cuando llegaron a la DGI para cumplir con sus compromisos y luego no lo lograron porque les notificaron que el sistema no se ha dado cuenta de que estamos en el 2012.

ALMITA, ¿DÓNDE ESTÁS?

Me cuentan que en El Valle de Antón hay una media docena de minisúper que no pagan salario mínimo. ¿Qué pasó allí?

RICKY, PONTE LAS PILAS

En el Tránsito algunos palancas de buses están pasando problemas con sus indemnizaciones de 5,000 dólares. Dice que son palancas serios que no tienen ninguna boleta registrada en 3 años... ¡Si estos son serios y no pueden cobrar, imagínense los demás...!

PONGAN ORDEN

Y hablando de la ATTT, sería bueno que ponga orden en la piquera de taxis de La Lupita en Vista Alegre de Arraiján, porque el año nuevo trajo consigo el no voy. Ahora las carreras solamente son al ‘mall’. ...y que nadie llore