• 02/05/2011 02:00

Hablemos de la harpía

Tengo 66 años, soy jubilada, pero en mi mente aún están las vivencias que me recuerdan los trabajos que pasé de niña para hacer y pintar...

Tengo 66 años, soy jubilada, pero en mi mente aún están las vivencias que me recuerdan los trabajos que pasé de niña para hacer y pintar el águila chocolate, con sus alas desplegadas del escudo nacional. Y de vez en cuando las advertencias de monjas y maestros quienes nos ‘regañaban’ por pintar otra cosa en vez del águila. Esa falta era sancionada, tildándonos de jugar con los símbolos patrios, falta que se reflejaba en la nota de civismo.

Siendo reportera en el MATUTINO, allá por los ochenta, cubrí la noticia del hallazgo y captura en la selva del Darién. Aquello fue un revuelo, porque al animal, hermoso en demasía, había que darle casa, comida y un ambiente adecuado. Fue Gilma Noriega de Jurado quien facilitó una jaula en el Parque Summit, para que habitara el mencionado animal. Hasta entonces, muchos conocimos de cuerpo entero, al águila harpía, con ACHE O SIN ACHE.

Pero la historia no concluyó allí, es como dicen los peloteros, la bola pica y se extiende. Pasada la euforia del hallazgo, y de dejar claro quién la alimentaba y de dónde saldrían los recursos para su cuidado y alimentación, el animal puso un huevo en cautiverio y la algarabía de los entendidos en el reino animal fue inusitada. Había que cuidar el huevo a toda costa, pero un día, como diría mi abuela, ‘tanto quería el diablo a su hijo, que le sacó los ojos’, uno de los empleados del Summit, limpiaba la famosa jaula y por no contar con el entrenamiento en este tipo de animales, movió el huevo de lugar para barrer bien, y no había acabado de salir, cuando el animal descendió y picoteo el producto de sus entrañas y se acabó otra generación de la especie.

Quienes siguieron la historia y afectados por el ‘trágico incidente’, buscaron la forma de hallar fuera de Panamá huevos fertilizados, o empollados como diríamos acá, para que incubados y con todos los cuidados habidos y por haber, repoblaran el suelo istmeño, y no dejar íngrima al Águila que encontraron en Darién con hospedaje en el área canalera.

Así conocí la historia del animal. Ahora pregunto, ¿si este animal es originario de Panamá, por qué no apareció inicialmente en nuestro escudo? ¿Por qué nuestro prócer, nacionalista, pintó un ave chocolate y no plateada como la pintan ahora?

Pero como Panamá es el país de las oportunidades, bueno sería conocer por qué los descendientes del prócer que pintó el escudo no defienden la verdadera historia, sobre todo cuando un grupo de entendidos, argumentan que desde 1998 se congregaron para defender a LA ARPIA, como ave nacional de Panamá.

Y culmino diciendo, si de animales voladores hablamos, en PANAMÁ, EL MÁS AUTÓCTONO Y RECONOCIDO SERÍA EL gallote.

*PERIODISTA.

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