• 12/01/2012 01:00

Juventudes vacías de amor

P areciera, por lo que percibimos, que a los jóvenes de hoy no debiera hacerle falta nada; sin embargo, lo que vemos es una juventud des...

P areciera, por lo que percibimos, que a los jóvenes de hoy no debiera hacerle falta nada; sin embargo, lo que vemos es una juventud desorientada, vacía y llena de aburrimiento. Quizás se deba al patrón de vida que ellos viven, producto de la equivocada falacia de que con este estilo de vida se logrará la felicidad.

Desde pequeños, a estos jóvenes, de una u otra forma se ha contribuido a crearles una manera de vivir ajena de la realidad, alienada con tanto consumismo y materialismo.

En su infancia se le da de todo, tal vez por la carencia de sus padres cuando jóvenes, les dan toda clase de juguetes, televisión, videojuegos, computadoras, etc... obviando la realidad, como si no hubiera otros niños a quienes escasea todo: amor, juguetes, vestidos, comida, cosas elementales en la vida.

Con esta actitud de darles demasiado, creyendo que se les da amor, lo que se hace es atiborrarlos y empalagarlos dejándolos al final vacíos de ese amor y formación. Lo que se logra es transformarlos en seres egoístas, resentidos, violentos hacia una realidad que los golpea, haciéndolos hastiados de la vida. Esta actitud irresponsable y cobarde, de rechazo a la paternidad, crea en ellos un mundo huérfano de amor, cariño y bondad; les muestra un futuro inseguro, sin alicientes para vivir; los harta de frustración, odio y rencor contra sus padres y toda la sociedad.

Para rematar, la televisión en lugar de ser un vehículo de educación y de formación de valores, les distorsiona la realidad, les muestra un mundo lúdico donde se busca el placer, la vida fácil, el juegavivo, el aparentar, vivir mas allá de sus posibilidades, endeudándose, consumiendo irresponsablemente alcohol, bienes, invitándoles a endeudarse, les estimula los sentidos, con la pornografía, comidas y bebidas de todo tipo, embotándoles la creatividad.

A la juventud no se les puede abandonar, dejándola sola, a la intemperie; tampoco se puede meter en un ‘invernadero’. Es imperativo, de una vez por todas, abocar su formación con seriedad empezando en la familia, dándole ejemplo de honestidad, respeto, amor, escucha y que participen en nuestra vida; por favor, no le dejen a la TV esta responsabilidad. Sus intereses no son los nuestros, ellos solo quieren la ganancia económica, no están allí para ser ‘niñeras’ o ‘expertos’ que todo lo saben.

Soy un convencido de que si mejoramos el ambiente familiar, se creará un círculo de amor entre todos sus componentes e indiscutiblemente, se mejorará la sociedad. Es una tarea inmensa, pero no imposible, lo percibo por el apoyo de mis lectores, esto me dice que no estoy solo, se que hay familias hastiadas de lo que ven, del relajamiento insostenible de las buenas costumbres, no quieren se les cambie el estilo de vida de vivir con honestidad y respeto. Cada día percibo que hay más personas que se están sumando a esta quijotesca tarea. El deterioro de la familia es grave, la sociedad necesita de cada ciudadano. Dejémonos de lamentaciones estériles, y de buscar culpables; cada uno será parte de la corrupción si se permite tantos desmanes y desaciertos. Empecemos a trabajar de verdad y hacer realidad esos deseos del 31 de diciembre de 2011, empezar por nosotros mismos, actuando con firmeza en nuestra vida personal, familiar y comunitaria y así, poco a poco, restaurar los valores quebrantados. Tengamos fe, sé que si nos esforzamos un poco, todos podremos vencer el mal que aqueja a nuestra querida Panamá. Esta llama arderá con fuerza y contagiará al resto de la sociedad.

Colaboración Comisión de Valores Club Rotario de Panamá.

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