• 02/02/2012 01:00

En defensa de un símbolo

A nte el conocimiento de que la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), aduciendo dificultades presupuestarias, negó, a un grupo de los pro...

A nte el conocimiento de que la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), aduciendo dificultades presupuestarias, negó, a un grupo de los protagonistas de la heroica gesta del 9 Enero de 1964, la solicitud de reparar el pabellón nacional que representó el motor de dicha heroicidad, considero una exigencia ineluctable utilizar la única arma que mi condición de ferviente cristiano y hombre de paz me otorga, o sea, la pluma, para defender un principio.

Se trata de un hecho poco conocido, pero que ha impactado mi sensibilidad nacional, pues, considero que estamos en deuda con los que murieron y/o derramaron su sangre durante ese acto patriótico; razón por la cual he considerado oportuno cumplir con este deber.

Aunque después de una vida al servicio de los interés nacionales, el cruel destino, y un sagrado deber familiar, me han impuesto una existencia en otros lares, llevo tatuado en mi alma con tinta indeleble el símbolo de la integridad y el orgullo de ser panameño: la bandera de mi Patria. Por tal motivo, me resulta inconcebible que un ente cuya existencia depende, en gran medida, de la acción emprendida por los mártires del 9 de Enero, pueda refutar tal legítima petición. En mi opinión, y estoy seguro en la de la mayoría de los buenos panameños, la gesta realizada por esos héroes representó el inicio del final de la ‘quinta frontera’; de nuestra tercera y total independencia y de que en lugar de un mal llamado ‘gobernador’ impuesto por una potencia extranjera, hoy dicha faja y ese canal sean regidos por una Autoridad Nacional, que significa la representación real del orgullo, la unidad y la dignidad que dicho pendón implica.

A costo de parecer un incorregible romántico, pero sin ninguna intención de retórica poética, me resulta imposible comprender una actitud tan estérilmente materialista. Es más, aún tratando de enfocar la cuestión desde un punto vista puramente material, me surgen espontáneas algunas perplejidades: ¿qué pueden significar entre B/5,000 y B/25,000 (precio estimado de la reparación) para un órgano que invierte dinero para una obra con un costo evaluado en $5,250 millones? En mi opinión, representan cuanto un minúsculo lunar en un océano de pieles de tigre.

¿No puede atender dicha Autoridad esta pequeña cifra para restaurar un importante símbolo nacional, cuando otorga en concesión a un Consorcio de empresas multinacionales aproximadamente el 70% de esa cantidad, aún cuando, a cuanto refieren los obreros hoy en huelga, algunos de estos discriminan, avasallan y hasta maltratan a trabajadores nacionales? ¿Está la ACP en bancarrota? Francamente, lo dudo, pero, aunque comprendiendo y apreciando la importancia y el alcance de la operación; de ser así, ¿se estén verificando las sospechas que expresan algunos economistas nacionales de que sin sensatos estudios de factibilidad el Estado esté gastando en proyectos millonarios más de lo que permiten nuestras capacidades de inversión y endeudamiento? O más probablemente ¿será porque en el Consorcio que realiza los trabajos de ampliación del Canal, por lo menos uno de sus miembros parece no tener la capacidad financiera para cumplir con sus compromisos, razón por la cual la ACP tendría que correr con los gastos que ello acarree? De no ser por motivos económicos o financieros, ¿tal vez la razón del deniego sea porque existe el temor de contrariar poderes fuertes? ¿No podría la ACP hacerse promotora de un actividad estatal o privada para satisfacer tan simbólica cuanto trascendental y patriótica solicitud?

De ser ciertas algunas de estas hipótesis, se corre el riesgo de que metafóricamente se adveren las palabras proféticas de Gaspar Octavio Hernández, contenidas en la última estrofa de su poesía Bandera de la Patria, que reproduzco para que nos sirva de amonestación: ‘¡Bandera de la patria! Sube..., sube hasta perderte en el azul... Y luego de flotar en la patria del querube; de flotar junto al velo de la nube, si ves que el Hado ciego en los istmeños puso cobardía, desciende al Istmo convertida en fuego y extingue con febril desasosiego¡ a los que amaron tu esplendor un día!’.

MÉDICO VETERINARIO. AMPLIA EXPERIENCIA DIPLOMÁTICA FAO, IFAD, WFP.

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