• 18/09/2012 02:00

Por la democracia, contra la partidocracia

H aga lo que hiciere el presidente Martinelli con el proyecto 508, el resultado será igual: el gobierno CD se deslegitimará, y Panamá co...

H aga lo que hiciere el presidente Martinelli con el proyecto 508, el resultado será igual: el gobierno CD se deslegitimará, y Panamá continuará siendo un Estado sin un régimen de Derecho, con el agravante de que su imposición de las reformas, mediante diputados ovejunos, oportunistas y vendepatria, va a profundizar el clima de confrontación que desembocará en una explosión social. Ya no se trata de una simple falla o un error que dé lugar a una simple disfunción estatal, sino de una rebelión del partido CD contra el régimen de Derecho que lo puso en el poder y del cual se benefició destruyendo una parte del Estado.

Es el propio presidente Martinelli quien abrió el cauce de la violencia, la ilegalidad y la dictadura en la Asamblea de Nacional. El presidente no podrá vetar el proyecto de ley sin que colapse su estrategia electoral, y no podrá sancionarlo sin imposibilitar las elecciones de 2014, ya que el chivo no va a dejar que el tigre se lo coma.

Al presidente le queda la posibilidad de devolver el proyecto 508 a la Asamblea y permitir una solución negociada, con la asesoría del TE, que podría ayudar a adecuar las reformas al proyecto consensuado de la CNRE. Entonces tendrían los diputados oficialistas que demostrar cuál es el sentido, o más bien el contrasentido de que un candidato ‘independiente’ sea postulado por un partido; de que un candidato a la Presidencia que sea miembro del CEN pueda retener el cargo, en violación de los estatutos de su partido; y de que una persona pueda aspirar a tres cargos simultáneamente. Tendrían que contestar por qué los diputados se oponen a los topes de campaña y a divulgar los nombres de sus donantes particulares, así como explicar por qué le tienen miedo a los debates entre los presidenciables.

Las reformas se dieron para satisfacer los intereses de los partidos y no los intereses del país.

Si en algo concuerdan los partidos políticos es en mantener su monopolio del poder. Monopolio que el presidente Martinelli criticó al acusar el monopolio bipartidista del PRD con el Panameñismo como el causante de todos nuestros problemas, pero que aprobó como bueno cuando confesó que el poder en Panamá iba a ser tripartito a partir de ahora, entre CD, PRD y Partido Panameñista.

En vez de legislar sobre lo que le interesa al pueblo: la canasta básica, la inseguridad reinante, la inequidad social, la ruina del campo, la falta de agua, la destrucción del medio ambiente, los aspectos perniciosos del TPC y la discriminación de afrodescendientes, pueblos originarios, mujeres y homosexuales, los partidos prefieren dedicarse a asegurar la repartición de los beneficios del poder entre sí, entre las cúpulas y sus patrocinadores financieros, algunos vinculados al Crimen Organizado, para garantizar la reproducción de ese mismo poder en el siguiente quinquenio.

No hemos visto a ningún partido político advertir del peligro de la penetración del crimen organizado en las elecciones o el aparato del Estado. No hemos visto a ningún partido desgañitarse por resolver el problema del agua. No hemos visto a ningún partido preocuparse por el cambio climático o porque no estamos cumpliendo con los Objetivos del Milenio. No hemos visto a ningún partido pronunciarse contra la destrucción del medio ambiente por la minería irresponsable, ineficiente, depredadora e ilegal, como tampoco de la desaparición de la Contraloría, la ANAM y los sobrecostos.

No. Los partidos solo hablan de voto plancha, de cuociente, medio cuociente, residuos y otras babosadas. Para ellos, la patria no existe.

INTERNACIONALISTA Y ESCRITOR.

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