• 26/09/2012 02:00

En el tercer aniversario de su partida

Por tercera vez nos corresponde recordar, el próximo 28 de septiembre, aquel momento triste cuando conocimos del fallecimiento de Guille...

Por tercera vez nos corresponde recordar, el próximo 28 de septiembre, aquel momento triste cuando conocimos del fallecimiento de Guillermo Endara, noticia que prendió en todo el país para consternación de propios y extraños. Ver el cuerpo inerme de un valiente que dedicó —y arriesgó— su vida por defender los valores de la democracia, obliga a reflexionar sobre lo efímero que es nuestra existencia y lo pasajero que es la fama, poder y fortuna que, sin embargo, obsesiona a tantos. Porque Guillermo Endara fue un político que siempre fue vertical en sus principios éticos, humilde en su trato con sus semejantes y desinteresado por bienes materiales.

Ha tenido detractores que en realidad no lo conocieron, mientras que otros osados políticos han afirmado que fue su ‘mentor político’ y se inspiran en él. Tal desfachatez es un intento desvergonzado por obtener provecho del masivo reconocimiento popular al paso del cortejo fúnebre que lo acompañó a su última morada. Y aún hoy.

Pero quienes estuvimos con él en las buenas y en las malas hasta los últimos años de su vida pública, sabemos que alguien que supo absorber muchas valiosas experiencias de su preciada vida política, fue su nieto, quien, como ávido explorador, hurgó pensamientos y sentimientos del insigne abuelo.

Javier Yap Endara ha formalizado una sugerencia al Tribunal Electoral. Con ella me solidarizo: que la nueva sede del Tribunal que se construye en Curundú lleve el nombre de su abuelo. Javier adelanta dos razones: honrar la memoria del estadista a quien se le ha llamado ‘Padre de la Nueva Democracia’; y hacer perdurar, como modelo de relación con los otros Órganos de Estado, la autonomía e independencia que siempre se le respetó al Tribunal durante la administración Endara.

Extraigo frases de su sugerencia: ‘Como ciudadano, político y mandatario de la nación, siempre profesó respeto y admiración por la democracia... La defendió en todos los actos de su vida pública y, sobre todo, cuando ejerció la primera magistratura del país... Cuando le correspondió reconstruir las instituciones democráticas, luego de la invasión de 1989, una de sus primeras preocupaciones fue fortalecer la institucionalidad del Tribunal Electoral, como organismo independiente que debía garantizar la legitimidad de los procesos electorales... y la soberanía popular en un régimen democrático’.

Más adelante: ‘Siendo el estadista que fue, nunca intervino ni trató de ejercer influencia sobre las decisiones que correspondía tomar a los magistrados y se preocupó por dotarlos de los recursos disponibles para que pudieran ejercer su labor a cabalidad, aún dentro de las precarias condiciones fiscales en que entonces se encontraba la nación... La actitud del político y del presidente Guillermo Endara en sus relaciones con el Tribunal Electoral debe servir de ejemplo a todos los políticos y presidentes presentes y futuros de nuestra nación... Honrar el nuevo edificio con su nombre no hará otra cosa que recordar y resaltar para siempre el ejemplo de esa sana relación... Siendo la función constitucional del Tribunal... el garantizar la libertad, honradez y eficacia del sufragio popular, parece congruente con esa función exaltar la memoria de quien supo respetar los límites de su propias atribuciones para respetar el ámbito de la competencia en el campo electoral del Tribunal Electoral, sin inmiscuirse ni abierta ni veladamente en esa competencia...’.

La obra de Guillermo Endara Galimany trasciende en el tiempo y en el espacio de la vida nacional. Ni una lanchita patrullera regalada ni un parquecito en terreno manchado con escándalos, pueden ser los recuerdos que la hagan perdurar en la memoria de futuras generaciones.

EXDIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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