• 14/10/2012 02:00

Un periodismo al servicio del lector

Y a han pasado seis meses desde que La Estrella tomó la decisión de incorporar, en el seno de su redacción, la figura del Defensor del L...

Y a han pasado seis meses desde que La Estrella tomó la decisión de incorporar, en el seno de su redacción, la figura del Defensor del Lector. Ha sido un primer semestre interesante, dónde hemos analizado diferentes temas, todos vinculados a la actividad periodística, su ética y su credibilidad.

Como defensora del lector de La Estrella pienso que hemos logrado un ‘punto de encuentro’ entre los periodistas, los lectores y la defensora, esto, sin duda, fortalece el oficio periodístico y el profesionalismo.

A los lectores de La Estrella les digo que el cargo de Defensora, lo he desarrollado con autonomía para decidir los términos de una carta y la columna semanal.

Aprovecho éste primer semestre para recordar esta máxima: cualquiera de las empresas de importancia, sean periodísticas o no, tienen la conciencia de que entre sus activos empresariales debe figurar la credibilidad, que es un bien intangible ciertamente, pero un intangible con resultados concretos: mantiene la lealtad de la clientela; en el caso del periódico, de los lectores.

Después de seis meses puedo referirme a varios puntos: El primero es que los lectores deben acostumbrarse que el defensor esta para escucharlos y atender sus inquietudes y que deben acudir a ella, así como lo hacen con los periodistas, los editores y el director. Hagan suyo el espacio, pues para eso se creó.

Segundo, que en La Estrella notó madurez con respecto a la participación de los lectores. Hay que recordar que el espacio del lector no es para dimes y diretes entre la fuente y el periodista. La página tampoco es para justificar, desde la voz de la defensora, lo que el periodista no hizo, o no hizo bien. Recuerden mis lectores que el periodismo es una actividad privada, pero que ofrece un servicio público, y esa es su gran diferencia. La versión del periodista se le ofrece a la defensora y ella la analiza y responde.

El tercer punto es que el diario no debe perder de vista que está obligado a cuidar su credibilidad y que ella se pierde con las cosas más simples: en el centavo, como se dice popularmente, como un nombre mal escrito. Cuando esto pasa queda la impresión de que sí en esto nos equivocamos, entonces en lo importante también lo podemos hacer . Hay que exigirles también a los periodistas que cuiden su credibilidad porque la suma de ellas (la de los periodistas) es la que hace la credibilidad del diario.

Durante estos seis solo ha existido en esta página semanal el interés y el compromiso de fortalecer el diario.

Para terminar traigo a cuento una historia que escuché en un taller de ética periodística en Washington y que me impactó. La historia la contó el maestro Javier Dario Restrepo, periodista colombiano.

Nos relató lo siguiente: ‘Zlatko Dizdarevic supo que su periódico era más necesario que el pan el día en que los guerreros lo incendiaron. Liberación era el único periódico que se publicaba en Sarajevo, y a pesar de la destrucción total de sus equipos e instalaciones, al día siguiente del incendio circuló como de costumbre y aunque los ejemplares se vendieron al doble de su precio, la edición se agotó en manos de lectores que apenas si tenían el dinero suficiente para comprar pan. ¿Y cómo se explica que un periódico pueda llegar a ser más necesario que el pan?, le pregunté a Zlatko. El me respondió con la misma seguridad con que se formulan los axiomas o las verdades rubricadas por la experiencia: Porque en las crisis la gente puede vivir sin pan, pero no sin esperanza$>’.

Esta es una historia que se escucha en los talleres de ética y se comenta con emoción porque tiene la fuerza de una revelación: un periódico llega a ser más útil que el pan cuando se convierte en un viático de esperanza para gente que sufre en las crisis

DEFENSORA DEL LECTOR

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