• 12/01/2013 01:00

¿Empezamos a pensar en elegir presidente ?

A ños atrás la persona ideal para gobernar un país era un abogado, un economista, un ingeniero, un sociólogo, un experto en criminalísti...

A ños atrás la persona ideal para gobernar un país era un abogado, un economista, un ingeniero, un sociólogo, un experto en criminalística, un médico, etcétera; sabemos que esto no existe actualmente. Sin embargo, actualmente el presidente debe dominar al menos una de estas especialidades como parte de su vida profesional y tener asesores capaces y honestos que lo guíen adecuadamente para entender las demás. Obviamente, todo aquel que aspire a merecer nuestro voto debe tener carisma y saber expresar lo que piensa con acierto, no sólo para poner en claro sus planes de gobierno de manera comprensible, sino para responder detalladamente a las interrogantes en torno al modo como llevaría adelante dichos planes desde las circunstancias actuales de nuestro país y frente al contexto mundial. Si bien la política activa interesa y apasiona a muchos panameños, la mayoría no pertenece a partido alguno, tampoco les interesa estudiar los planes de gobierno que exponen los candidatos o simplemente no entienden largas publicaciones demasiado técnicas sobre asuntos de gobierno.

Desde la plataforma de mi actividad como Consultora de Imagen Pública considero importante para los candidatos presidenciales presentar una trayectoria política limpia y un discurso coherente, didáctico, que demuestre un profundo conocimiento de los principales problemas que atraviesa el país y el dominio de las necesidades más apremiantes de la gente. Todos evaluamos de un modo u otro el mérito de los aspirantes a semejante responsabilidad.

Lamentablemente, a medida que se acerca el período electoral muchos van tras algunas candidaturas por razones ajenas a aquello que realmente conviene al país; a la hora de elegir al capitán de la nave del estado se reflexiona poco, se actúa por contagioso interés de algún tipo o se emite un voto que, más que a favor de alguno, es un voto en contra de aquel que se desea derrotado.

Entrevistamos a la gente que trabaja en nuestros hogares, evaluamos y examinamos a quienes aceptamos en nuestros negocios y, sin embargo, poco evaluamos a quien dirigirá nuestro destino como país, como si al considerar opciones apoyásemos un equipo dominguero tras el cual ganador y perdedor compartirán cervezas.

La educación, experiencia, historia familiar, capacidad comprobada de trabajo, ideología, carácter firme, trayectoria política, capacidad de mando, empatía, ideas positivas factibles de realizar en poco tiempo y la simpatía que recibe del electorado son factores que nos ayudarían a inclinarnos por el mejor. Somos parte de un país creciente, pero aún suficientemente pequeño para saber quién es quién. Los panameños tenemos un sentido agudo como olfato de sabueso, pero siempre está presente la posibilidad de algunos opten por sellar las fosas nasales porque los intereses personales superan el deseo del bien común en procura de una mejor calidad de vida para todos.

No sólo debemos evaluar los candidatos. Importa estar atentos a los planes de gobierno; la educación, la seguridad, la salud, el desarrollo económico, las políticas internacionales coherentes, el progreso, la inmigración, la armonía entre países y la paz son aspectos serios imposibles de soslayar al momento de considerar a un aspirante merecedor de nuestro voto. La realidad es que los pocos que dicen analizar las posibilidades a profundidad se circunscriben a observar al candidato y dejan de lado los programas que orientarán el rumbo del país.

No podemos negar que se ha logrado levar anclas que yacían en el oscuro océano de lo que parecía imposible, como el largo y agobiante problema del transporte. Me resulta increíble que algunos afirmen preferir los ‘diablos rojos’ - auténticas desgracias rodantes - al nuevo medio de transporte. Hago constar que hice uso del primero y puedo describirlo como fétido, incómodo, escandalosamente ruidoso, antihigiénico y peligroso. Acoto esto para hacer gráfico el hecho de que es posible errar opciones, desde asuntos de básico interés ciudadano, hasta el grave compromiso de elegir nuestro futuro presidente.

En la medida en que hagamos un análisis personal objetivo y justo, será posible elegir el mejor candidato; pensemos en lo satisfactorio de saber que lo elegimos a conciencia y de poder justificar nuestra elección. No importa que nuestro candidato no gane. Lo importante es emitir un voto pensante, responsable; elegir lo más honestamente posible pensando en el beneficio de todos. Pensemos en nuestros hijos, en nuestra dignidad de panameños. No seamos cómplices de quienes insisten en vivir de la política como única meta de su vida. Actuemos como queremos que actúe esa persona a quien permitiremos sentarse en la silla donde tantos aspiran a posar sus asentaderas y pocos tienen el peso adecuado para ocuparla.

La persona que dirija nuestro país debe llegar al cargo como afrontamos nosotros nuestras vidas: a laborar por la familia panameña como nosotros hemos trabajado para nuestras familias, sin ambiciones mezquinas, con sacrificios, cercanía, desprendimiento, sentido humanista, respeto y sí, también con sensibilidad y amor.

CONSULTORA DE IMAGEN PÚBLICA PERSONAL Y CORPORATIVA

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