• 14/01/2013 01:00

La unidad familiar

En una sociedad impelente e impetuosa, donde la familia ha sido relegada y empujada a cumplir un rol ínfimo, llama la atención la celebr...

En una sociedad impelente e impetuosa, donde la familia ha sido relegada y empujada a cumplir un rol ínfimo, llama la atención la celebración de la Segunda Caballerada 2013, que abre el camino para reconocer valores y triunfos de las diferentes generaciones de familia que, en ese escenario, se dan cita para revivir y recordar pasajes que hablan de la fortaleza, del amor y de los sentimientos elevados del ayer reciente.

Esos son los actos de los triunfadores, como expresaba el Reverendo Juan, dos veces expositor de la reflexión o meditación en este evento en familia.

El escribir esta memoria más que un artículo periodístico, lo celebro como el mejor mensaje para la familia, para los padres, hijos y hermanos que en estos momentos de presunción llevan a la familia o a la sociedad panameña o interiorana a un grado de desarticulación o contaminación, que pueden humillar las bases o sustento sobre las cuales debe descansar la estructura familiar. Expreso sinceramente estas reflexiones como una lección y un ejemplo que en casa debemos profundizar. Unir en un acto masivo a la familia de los diferentes puntos de la geografía, es una odisea incitante o vivificante, que ha de robustecer los lazos familiares.

Familias enteras naufragan en nuestro medio, debido a la cisura de la misma y que la conmina a la desilusión o a la derrota. En este mundo globalizado se ha perdido la comunicación íntima, el buenos días o el cómo estás, hasta luego padrino, etc., herencia histórica reemplazada por el teléfono o el sistema moderno del celular y otras señales electrónicas.

Ya no vivimos en comunidad y los vecinos que frecuentábamos a menudo, ahora están más distantes. No nos oponemos a los avances tecnológicos y científicos, eso es detener la ciencia y la investigación. El mensaje puntual que pretendemos plasmar es el valor del acercamiento familiar que, como la caballerada 2011 y 2013, constituyen ejemplos de cariño y hermandad que debe prevalecer en las buenas y en las malas en nuestra familia.

La Iglesia impulsa la unidad y la vida familiar y comprendemos que estos eventos constituyen un reto para muchos, pero que representan huellas o vestigios de acciones que se pueden organizar en el futuro y a corto plazo. Somos una familia panameña perceptible a eventos que elevan y fortalecen las bases fundamentales del hombre, frente a la crisis de valores y eventos desmesurados que asaltan la conciencia nacional.

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