• 16/09/2013 02:00

Más sobre medios y Periodismo

Desde que publiqué algunos de los párrafos que aparecen en esta columna de hoy, hace unos tres años, poco ha cambiado. Corrijo: han empe...

Desde que publiqué algunos de los párrafos que aparecen en esta columna de hoy, hace unos tres años, poco ha cambiado. Corrijo: han empeorado las cosas. Cuando la semana pasada dejé claras por enésima vez mis opiniones sobre el papel de los medios y esbocé opiniones sobre el periodismo local, era para dejar lo más claro posible que el oficio debe elevarse al nivel ético que merece.

Muchos colegas ‘ofrecen sus mejores esfuerzos y la razón de sus días al ejercicio de esta profesión, en un tiempo en que el trabajo periodístico ha evolucionado notablemente. Un tiempo en el que el fin de trasmitir mensajes e informaciones a través de sofisticados sistemas de comunicación e información regional y global, requiere de una preparación seria, constante y de calidad profesional. Un tiempo en el que el oficio es amenazado por las estructuras de poder. Igualmente, un tiempo en que es una de las más peligrosas profesiones para la integridad física y que ha costado la vida de muchos periodistas y trabajadores de los medios alrededor del mundo en los últimos años’. (El oficio de informar 15/11/10).

El oficio de la comunicación, a través del Periodismo, tiene como objetivo, para muchos de los que trabajamos en esta disciplina de las ciencias sociales, la tarea de informar. Pero este ejercicio se da en el marco de parámetros definidos por los intereses de los propietarios de los medios, y por las relaciones que éstos sostengan con los centros de poder. Y, claro está, los periodistas y las empresas de la comunicación entran en conflicto cuando se dan confrontaciones entre el criterio de servir objetivamente al derecho de la información y salvaguardar los intereses económicos de la empresa frente a los intereses del poder político.

Dejo claro que la práctica del Periodismo a nivel local en términos generales crea desolación. Los medios —especialmente los televisivos— insisten en presentarle al público informaciones por intermedio de personal poco preparado y sin la capacidad profesional necesaria para lograr el objetivo de informar. ‘The medium is the message’, señaló Marshall Mcluhan. Este principio resalta en la medida en que observamos cuidadosamente el tratamiento de una misma información por distintos medios de comunicación; y todos parecen inclinarse en estos tiempos a la presentación de programas sensacionalistas en vez de informativos.

La idea de que los eventos son espectáculos en vez de hechos informativos ha ido calando significativamente. Cuando un reportero le pregunta a una víctima ‘¿cómo te sientes?’ después de haber perdido a un ser querido, por ejemplo, debe ser suficiente indicativo de que es necesaria la revisión de los objetivos del medio y los requisitos profesionales que ese medio le exige al reportero para la captura y presentación de la información.

La idea de que el periodista no tenga suficientes criterios, malicia o independencia como para saber o cerciorarse de que lo están utilizando deja graves preocupaciones y dudas sobre el futuro de la profesión. Y la idea de que algunos se presten para el espectáculo, la indolencia y el descrédito, es más preocupante aún.

Si el medio no se preocupa por la preparación e integridad profesional de sus reporteros y periodistas, seguiremos siendo testigos cotidianos de estas vergüenzas. Si el trabajo de informar no se atiende con seriedad, no superaremos este nivel de tratamiento de la información. Esa es una responsabilidad del medio y de sus directores, pero ante todo es una responsabilidad personal que debe tratarse con el celo más vehemente.

El Instituto Internacional para la Seguridad de la Prensa informa que a la fecha, 59 periodista y trabajadores de los medios han sido asesinados o perdido la vida en lo que va del año por motivos relacionados con el oficio. Hay un verdadero sacrificio por encumbrar los deberes del trabajo cuando una arriesga la vida... y la pierde.

Aún, a inicios de un siglo que promete grandes avances para la especie en términos de perfeccionamiento del sentido de humanidad, al analizar la práctica del periodismo local, específicamente la televisiva, nos falta mucho por alcanzar. La práctica del Periodismo tiene que fundamentarse en el propósito primario de informar; y, ante todo, brindar un panorama coherente y objetivo de lo que se informa, asentado en una investigación profunda, seria y con el esfuerzo siempre de educar. Y esto va de la mano con la exigencia por realizar una labor periodística de excelencia y alejada de cualquier influencia, inclusive la de los dueños de los medios, sus anunciantes o el gobierno.

El Estado tiene necesariamente que abrir espacios para que los periodistas practiquen juiciosamente su profesión. Que tengan una justa oportunidad de moldear positivamente la vida de las personas, darle forma al contexto social, exponer las injusticias, crear discusiones interesantes que coadyuven a la solución de problemas. Y ante todo, para que los medios se conviertan en la ventana por la cual todos pueden asomarse para contribuir o ser testigos del perfeccionamiento de nuestra sociedad, sin temor a espantarse.

Debemos abortar este asesinato sin repugnancia de la profesión periodística. Purgarla o, en el mejor de los casos, volver sobre los conceptos generales y básicos en el tratamiento de la información para que los que ejerzan este oficio, comprendan que su injerencia en la discusión pública, constituye uno de los pilares más importantes en la construcción y desarrollo de la condición social de la Nación.

COMUNICADOR SOCIAL.

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