• 10/03/2014 01:00

De obscuro pasado, despechos y burdeles

La actividad política está sumergida en aguas profundas totalmente embrolladas, que no permiten alcanzar la superficie. Tal vez estamos ...

La actividad política está sumergida en aguas profundas totalmente embrolladas, que no permiten alcanzar la superficie. Tal vez estamos en presencia de una generación de políticos retardatarios y mediocres, cuyos argumentos sostenidos por el insulto procaz y malsano es lo fundamental, en tanto que los razonamientos lógicos, objetivos, con sustancia y conocimiento es lo intrascendente, y a los que menos acuden.

El insulto como método de hacer política, desdice de quienes piensan que ese ejercicio se hace rentable a sus intereses en la medida en que ese instrumento se haga cáustico y obsceno. Así se va construyendo la cultura del insulto como necesaria en la actividad política y con ello una forma legítima de ese quehacer. Pareciera entonces tolerable para algunos y justificado para otros. Desde luego su impacto, es menos dañino, si se da entre la sociedad masculina, mucho más si se efectúa entre la sociedad femenina, pero peor si ocurre del varón a la dama.

El ataque a la mujer panameña no únicamente viene ocurriendo por los crímenes a la que ha sido sometida, cuyos índices son reveladores, sino que se ha trasladado a la esfera política sin ningún reparo. Y esto, quiérase o no, es maltrato a la mujer, lo cual constituye un delito.

Una mujer de obscuro pasado, en su momento aspirante a la Presidencia, fue señalada así por un propio copartidario, lo cual abrió con dureza el espacio para los agravios a la mujer y para su descalificación. Ese pronunciamiento quedó impregnado en las mentes de los panameños y tuvo de alguna manera un efecto adverso en las pretensiones por alcanzar la Presidencia de la República. Esa sola expresión, ‘obscuro pasado’, con un contenido dañino tuvo un duro impacto y puso sobre el tapete lo genuino o no de la participación de la mujer en política.

Las mujeres despechadas, es decir resentidas, rencorosas y hostiles, fueron caracterizadas, así por su posición adversa al régimen de turno, y desde luego, por su permanente animosidad al primer magistrado de la nación. Con esto, pareciera, continuar la forma de desmovilizar a la mujer política panameña. El despecho sugiere: malevolencia, rencor, resentimiento, aborrecimiento, inquina, malquerencia, y con esto se estaba tipificando a un sector femenino de nuestra vida política.

No obstante, lo desafortunado de todo, en el proyecto político panameño fundamentado en el insulto y particularmente a la mujer política, fue la caracterización de lupanar a la Presidencia de la República. Se trata de un alto funcionario de uno de los principales órganos de gobierno, cuyos señalamientos no pueden ser tomados a la ligera. No cabe duda que considerar como un burdel la primera y más importante vivienda pública es una afrenta para todos los panameños y peor si se trata de una concentración de mujeres vistas como de vida licenciosa, tal y como lo planteó un ‘padre de la patria’.

Estas conductas de los políticos panameños en contra de la mujer panameña deben ser rechazadas y condenadas. Jamás un país puede construirse sobre bases endebles y menos con la actuación reprochable de quienes tiene el sagrado deber de la conducción de la patria.

*DOCENTE UNIVERSITARIO.

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