• 13/03/2014 01:00

Culpando al TER anticipadamente

Durante la semana que antecedió a la fiesta de Momo, fuimos testigos de un latoso e infecundo cruce de artillería pesada entre el oficia...

Durante la semana que antecedió a la fiesta de Momo, fuimos testigos de un latoso e infecundo cruce de artillería pesada entre el oficialista Cambio Democrático (CD) y los personeros superiores del Tribunal Electoral (TE). La génesis: Presencia de una organización llamada Centauro Technologies y Mandiant en el TE, informe de los consultores informáticos contratados por CD, la carta denuncia del ministro Henríquez, los retorcijones estomacales del presidente, derivados del primer evento y la avasalladora respuesta del organismo garante, a través de su presidente.

Poseemos autoridad suficiente para aportar luces sobre tema tan técnico y sensitivo, primero como fundador, trazador y primer director de este exitoso proyecto, el Sistema de Transmisión Extraoficial de Resultados (TER), y segundo, porque somos miembros activos del colectivo demandante, aunque inmensamente timorato, al igual que otros cientos de miles de copartidarios.

Ambas partes tienen razón, pero también una importante dosis de alcaldada. Lo sustentamos:

Primero: El TER se estrenó para el referéndum del 15 de noviembre de 1992, como un formato que alimentaba un sistema del mismo nombre. Se fundamenta en dos columnas: Gestión administrativa y operativa y el software y hardware. La primera es responsable por la definición de la logística, la capacitación y el traslado o la transmisión de éstos a través de los medios disponibles, en tanto la segunda propicia la captación de los resultados de cada mesa incorporándolos al sistema y divulgándolos o proyectándolos finalmente.

Segundo: Como su nombre lo indica, su función es dar a conocer una decisión soberana, pero de manera EXTRAOFICIAL. Jamás se ha proclamado a nadie, en ningún cargo de elección, a través de la figura extraoficial de los resultados. Toda proclamación surge como consecuencia, primero por la voluntad del pueblo en las urnas y luego por la ratificación de esa decisión en las diversas Juntas de Escrutinio, que en todo caso son ‘jurídicamente soberanas e independientes del TE’, aunque sean escogidas por éste. En consecuencia, el TER no puede ser legalmente recurrible, mientras que las actas de proclamación de las Juntas de Escrutinio, sí.

Tercero: Como Sistema, el TER fue originalmente diseñado con controles internos para identificar inconsistencias de manera automática. Todo ‘error’ debía o debe pasar a un apartado especial y salir de él solo al momento en que sea corregido. Cuáles serían esas inconsistencias: Total de votos válidos, blancos y nulos, distinto al total de votantes; Total de votos por partido o candidatos independientes distinto al total de votantes y otras que resultan intrascendentes para el dominio ajeno al TE. Un resultado inconsistente solo puede ser visto por un grupo reducido de colaboradores autorizados, quienes investigarán prolija, pero expeditamente.

Cuarto: A diferencia de otros países, verbigracia Colombia, donde los representantes de partidos o candidatos se ubican a unos 50 metros de donde se celebra el escrutinio, en Panamá el recuento de votos es un evento abierto para todos los interesados, quienes previamente acreditaron a sus voceros en la mesa, de manera que no es un acto privado ni misterioso. Las actas de cada mesa también son recurribles legalmente.

Quinto: Durante los Referéndum de 1992 y 1998 y las elecciones de 1994 y 1999, solo participamos servidores del Tribunal Electoral, con salarios ínfimos, quedando demostrada la alta calidad y nitidez de un trabajo perfectamente concebido, organizado y ejecutado. Ningún ente externo intervino para garantizar el éxito del TER. Fue de tanta calidad nuestro trabajo, que los principales estrategas de este proceso nos convertimos en consultores para otros países latinoamericanos y caribeños.

Sexto: Todos los precursores del TER y garantes de elevar al TE al más alto sitial organizacional, en Panamá y el mundo, fueron destituidos injustificadamente, para dar paso al clientelismo político, contratando nuevos servidores con salarios que superaron ampliamente el que percibían los antecesores.

Séptimo: En toda elección hay posibilidad de fraude. Eso lo podemos demostrar posteriormente.

No tengo duda de que la reacción de nuestro partido es el resultado del nerviosismo y la desesperación. Objetivamente aconsejo que se redireccionen los esfuerzos hacia otros frentes distintos, aunque comprendo que cuando se está ante la posibilidad de alcanzar, en este caso permanecer en, el cielo o precipitarse al infierno, cualquiera acción es legítima para no ser chamuscado en el inmenso lago de fuego. Incluidas zancadillas encubiertas.

DOCENTE DE LA FACULTAD DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA, UP.

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