Boris Martínez enseñoreado del poder

Actualizado
  • 02/04/2011 02:00
Creado
  • 02/04/2011 02:00
En medio de las pujas y repujas, propias de este tipo de reacomodos del poder, la silueta del mando fue tomando forma. Boris Martínez er...

En medio de las pujas y repujas, propias de este tipo de reacomodos del poder, la silueta del mando fue tomando forma. Boris Martínez era el nuevo gobernante de Panamá.

Pero el ambiente seguía crispado. Sanjur recuerda que Omar Torrijos temía que los gringos estuvieran fraguando un ataque para restaurar al presidente depuesto. Sanjur ayudó a disipar esa duda. El sugirió hablar con ‘Rudy’ Vallarino, el número uno de la CIA en Panamá, y este sosegó a Torrijos: ‘Dice Rudy, expresó Torrijos, que siga adelante con mis planes de un nuevo gobierno pues no tengo nada que preocuparme de los Estados Unidos. Ellos no van a atacar a Panamá a menos que los panameños se metan en territorio de la Zona del Canal y además dice que me va a recomendar un par de personas para el gabinete ministerial.’ Superando unas diferencias del pasado, Rudy y Torrijos reanudaron su amistad y de allí emergió la historia que sigue: El día 12 de Octubre por la tarde, se arregló una cita de Torrijos con los jefes de la agencia en casa de Rudy, quienes se encontraban muy preocupados por el camino que pudiera tomar la Guardia Nacional luego del golpe de Estado. Después de este encuentro, quedaron de verse al día siguiente con jefes de mayor nivel. Estos expresaron que EU entendía perfectamente la posición de la institución armada con relación a los hechos recientes y querían dirigir a Omar Torrijos ‘algunas preguntas’. Torrijos pasó el examen con sus respuestas. Así, los agentes del Tío Sam se despidieron de Torrijos con un apretón de manos, prometiendo verse al día siguiente. Y desde el 14 de Octubre la C.I.A. en Panamá recibe la autorización para negociar con Torrijos. Esto es lo que aduce ‘Rudy’ Vallarino.

Mientras, el hombre que aparentemente se había convertido en el líder del movimiento, Boris Martínez, anunció, según Sanjur, que esto era ‘una Revolución y vamos a gobernar con una Junta Militar’. Recuerda que en una ceremonia improvisada, se instaló el gobierno provisional el 14 de Octubre de 1968 y ‘se comienza así a trabajar en la ‘Revolución’. Luego, ‘sobre la marcha y a la carrera se organizó un Estado Mayor’. Sanjur formó parte de él, nombrado como Jefe de Operaciones [G-3] con el rango de Tnte.Cnel. Pero se trataba de un Estado Mayor que, desde su cuna, creció ajeno a sus típicas funciones militares ‘para convertirse en una organización política con nombres militares, en donde las funciones de unos se confundían y entrelazaban con las de otros’.

Cuando Sanjur se refiere a Torrijos, en esta etapa, le llama ‘General’. Así, entrecomillado. Y es que Torrijos supuestamente había sido nombrado Comandante de las fuerzas, pero ‘va quedando relegado a la ociosidad y al enorme consumo de tabaco y de licor’. Los ojos de Sanjur juran haber visto ‘una gruesa mancha amarilla de nicotina en los dedos de las manos y en las fosas nasales’, lo que evidenciaba que el nuevo Comandante de las fuerzas ‘no tenía acceso a nada’. Para Sanjur el ‘coronel’ Boris Martínez estaba al ‘control de todo’, situación que iba a empujar ‘a los agentes del Tío Sam a buscar una solución ya que tenían compromiso de apoyo en favor de Torrijos’. El reinado de Martínez, no es de grato recuerdo para Sanjur. Narra que varios oficiales corrieron la suerte de quedar ‘relevados de sus cargos, presos o enviados al exilio’, solo por articular un comentario que no fuera del agrado de Martínez. Según Sanjur un caso típico fue el del mayor Bolívar Rodríguez, quien comentó: ‘Bueno, ya se dio el golpe, ahora, ¿Cuándo se van a hacer las nuevas elecciones?’. Esto fue suficiente para ir a la cárcel y al exilio. Sanjur evoca otros casos. Todo ello le lleva a concluir que ‘el terror que se había implantado en las calles y diferentes zonas, se apoderaba también de los cuarteles’. A Sanjur –reiteramos-- no le agradó esa situación. Por ello protestó. Las diferencias se fueron notando de manera galopante. Según Sanjur, a Martínez no le agradaba la proximidad a los norteamericanos; prohibiciones como la de asistir a actos organizados por ellos, o vedar la entrada de ellos a los cuarteles panameños, dejaban ver el desagrado de Martínez. A Sanjur, por el contrario, le gustaba mantener las relaciones con los norteamericanos, lo que lo llevó a desafiar las órdenes de Martínez. En una ocasión, Martínez impartía la orden de prohibir que los gringos entraran a los cuarteles, y Sanjur desafió nuevamente esa y la hizo risible. Y para el efecto, levantó el mantel de la mesa en donde me encontraba sentado diciendo que no veía en dónde estaba la bomba atómica. Martínez respondió de forma brusca: ‘Mira Sanjur, tu eres un vendido que vives de rodillas a los gringos!’. Esto elevó la temperatura de los ánimos. Sanjur se irguió y, anunciando su respuesta con un manotazo en la mesa devolvió: ‘Mire Coronel […] nosotros mantenemos frentes de enemistad con los políticos, los profesionales, los comerciantes, el clero, los estudiantes y el profesorado, el cuerpo diplomático y otros más. No pienso que debemos seguir obstinados en pelear en contra de todo el mundo por el prurito de pelear y de contarlos como enemigos … Adoptar una actitud de pelea contra los gringos es un suicidio… Los gringos nos acaban en cuestión de minutos!’.

Piensa Sanjur que sus palabras abonaron cierto ‘impacto en algunos oficiales presentes’. Torrijos también lo apoyó. Considera además que, a Boris Martínez, ‘se le bajaron los humos y pareció darse cuenta de que le hablaba con propiedad, ya que se estaba acostumbrando a tratar a todos los oficiales como personas inmaduras, que necesitaban ser supervisados a cada paso’. Con todo, todavía mandaba Boris Martínez.

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