• 01/08/2021 00:00

Jugo

Sacarle el jugo a algo es aprovechar todo aquello que se puede, exprimirlo, succionarlo, ordeñarlo, secarlo hasta que no quede ni una sola gota que valga la pena

Dícese, si nos fijamos en la segunda acepción de esta palabra en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, de la parte provechosa, útil y sustancial de cualquier cosa material o inmaterial.

Sacarle el jugo a algo es aprovechar todo aquello que se puede, exprimirlo, succionarlo, ordeñarlo, secarlo hasta que no quede ni una sola gota que valga la pena.

Enhorabuena, señor ministro Carlos Aguilar Navarro, está usted haciendo un buen trabajo vampirizando la cultura en este país.

Aplausos de pie (todos aquellos aplausos que los actores ya no podemos recibir en los teatros que han tenido que cerrar las puertas por su culpa), en reconocimiento al magnífico trabajo que usted ha desarrollado chupando el jugo de la teta de la cultura. Porque eso es lo que está haciendo; usted, claro está, como cabeza egregia y visible de la institución que tan indignamente representa y sus amigos de usted, quienes también hacen lo que pueden cobrando por actividades fantasmales; y todos sus subordinados, quienes aceptan jugosos aumentos de sueldo mientras la mayoría de los activistas de la cultura real en Panamá están tratando de ver cómo le sacan el jugo a un cable cada quincena.

Nos despertamos cada semana con un nuevo escándalo, con un nuevo abuso, con un nuevo escupitajo en el cielo de la boca. Tienen ustedes muchos redaños y muy poco pundonor para atreverse a hacer algo así. ¡Muchos cojones para considerarlo siquiera! Unas gónadas como las del caballo del Espartero tienen ustedes, señor ministro. Se ha gastado miles y miles de dólares en ofrecer a sus amiganchos, señor ministro, vasitos de jugo verde por trabajos sobrevalorados y sin impacto real. Contratos medio brujos, listas prometidas que una vez metidas nada de lo prometido. Y la lista de los desafueros, esta sí por todos conocida, suma y sigue con estos aumentos de sueldo.

¿Hasta cuando cree usted que puede seguir esquilmando al gremio? ¿Cree usted que por enfadarse muchisísimo cada vez que mis aullidos llegan a sus delicados oídos las voces se van a callar? No se van a acallar las voces (las externas, se sobreentiende, porque la voz interna de su conciencia seguro que la aplastó hace años, igual que Pinocho a Pepito Grillo), que le recuerdan que usted es un empleado de todos nosotros, señor ministro, aunque lleve usted muchos más años de los que se merecen sus logros profesionales y su calidad humana chupando de la teta de las arcas públicas. No se van a callar aquellos que le enrostran sus falencias, sus chanchullos, su prepotencia y su descaro. No se van a callar esas voces y esas protestas porque todavía quedan en este país muchas personas con decencia, no como los que tratan de justificar su sueldo con dimes y diretes, y se acuestan por las noches con la cuenta bancaria llena mientras le dicen a su voz interior que lo están haciendo muy bien porque les han subido el sueldo.

Pues no, mandamases culturosos, no lo están ustedes haciendo bien, están ustedes haciendo un trabajo deplorable y vergonzoso. Y les debería dar verdadera pena haber aceptado ese aumento.

P.S. Por cierto, y antes de que se me vaya a olvidar, ¿sabe usted cuándo sale a la luz el poemario 'Late afuera' de David Ng, quien ganó el Premio Gustavo Batista Cedeño de 2020? Más que nada porque ya está a punto de tener otro ganador y se le va a juntar el ganado a la hora de cumplir con los compromisos a los que la ley lo obliga. ¿O será que con los aumentos de sueldo ya no hay dinero para publicaciones?

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