Nuestra Señora Protectora

Actualizado
  • 01/09/2013 02:00
Creado
  • 01/09/2013 02:00
PANAMÁ. Y , como por encanto, apareció un enorme árbol de Corotú, que tenía en su cima un burro ensombrerado, y sobre su sombrero un ena...

PANAMÁ. Y , como por encanto, apareció un enorme árbol de Corotú, que tenía en su cima un burro ensombrerado, y sobre su sombrero un enano amarillo vestido con hojitas de guayabito, justo a la entrada del gran Cocotal, capital de la República de las Bananas, lugar donde se había formado la más grande disputa que aquí les narraré.

La llegada de estas figuras milenarias a la entrada del moderno Cocotal se debió a la seria controversia surgida entre el potente Tío Tigre y el descarado Tío Conejo, por la decisión de construir una magna estatua en honor a la protectora del Cocotal, que debería poder ser observada desde las más profundas lejanías de la República Bananera, hasta los más atormentados y tempestuosos océanos. Y sólo la erudita mediación de los sabios milenarios podría ofrecer luz y sabiduría para resolver dicho conflicto.

Así, frente a los tres sabios se presentaron el Tío Tigre, quien con gran destreza tiraba de Tío Conejo agarrado por los testículos y amarrado con una soga al cuello, seguidos por el cura Tío Gallote y cuatro Comadres (Tías gallinas), bien adornadas con prendas de oro, llevando estandartes con imágenes de una virgen europea de cabellos castaños que llamaban ‘Nuestra Señora Protectora’, y elevando cánticos de alborotadas y eufóricas letanías, como si estuvieran en procesión de agradecimiento. Por todo esto, resultaba evidente que este conflicto era de una gravedad nunca antes vista por estos lares.

Fue el Sabio enano quien interrumpió los cánticos, preguntando de una vez con voz autoritaria: -‘¿Y por qué Tío Conejo está amarrado de esta manera?’

Y el Tío Tigre respondió inmediatamente: -‘Este subversivo es la raza más vil que existe por esta región, es mentiroso, oportunista, haragán, sinvergüenza, y me ha llenado de injurias e infamias. La única manera de controlarlo es tenerlo agarrado por los testículos’-. No había terminado de decir la última frase, cuando el Sabio enano dijo con fuerte tono de voz:

- ‘¡Tenerlo así es una grave violación!’- pero el Tío Tigre, siendo el Rey de la jungla ni caso hizo; es más, continuó diciendo:

-‘Nuestro pueblo fue siempre un pueblo muy creyente y religioso, y quiere honrar esa devoción con una estatua que sea tan grande como el fervor que se profesa, que sea un faro de luz en demostración de nuestro agradecimiento. ’- El Tío Conejo al escuchar esto comenzó a mover la cabeza y como pudo dijo: -‘Eso no es lo que quiere la gente, la gente quiere que no le suban los precios de la canasta básica, educar sus hijos sin…’- No pudo terminar la frase, porque el Tío Tigre le apretó los testículos y tiró de la soga al cuello.

Tío Tigre contraatacó inmediatamente, invitando a Tío Gallote a pronunciarse, quien no se hizo de rogar y, agarrando su sotana, dio tres pasos hacia adelante seguido de las Gallinas, diciendo:

-‘Celebrar a Nuestra Señora Protectora de todos los Cocotales es un acto de agradecimiento que no podemos poner en discusión, sobre todo en este magno aniversario y por la importancia histórica de su primera aparición en este continente.’ - El Sabio burro comenzó a moverse en la cima del árbol de Corotú y el Sabio enano amarillo con voz firme dijo: - ‘Tío Gallote, ¡Excelencia! conocemos bien esa importancia histórica, pero lo invito a ser más sucinto, cíñase al problema actual.’ -Tío Gallote, moviendo su sotana, continúo:-‘ La gran fe que anima a nuestros fieles proviene de una histórica devoción arraigada en la conciencia de esta nación y eso no se pone en discusión, como no podemos poner en discusión esta maravillosa iniciativa que demuestra a través de esta magna obra nuestro agradecimiento a Nuestra Señora Protectora y sólo los inspirados por la sagrada divinidad comprenden la importancia de esta decisión’… cuando el Tío Gallote decía estas palabras, su túnica negra se movía al viento, las gallinas agitaban sus alas y Tío Tigre no lograba controlar su cabeza debido a un tic nervioso, ni sus pupilas que se movían en círculos concéntricos completamente fuera de control, con las gallinas danzando alrededor, tirando incienso y agua bendita.

El Sabio enano amarillo interrumpió la patética escena diciendo:

‘-No se trata de un problema de devoción o de quién es custodio de fe’ -, llamando a hablar a Tío Conejo, quien aflojando la soga al cuello y agarrado por los testículos logró decir: ‘- Sí, es verdad, esta controversia no es problema de fe, es que las necesidades de este Cocotal son otras, hay personas con grandes necesidades y ese dinero podríamos utilizarlo para …’- No pudo terminar, debido a que otra vez le apretó los testículos Tío Tigre, quien con mucho disimulo cubrió su travesura.

Y no se sabe cómo sucedió, pero de repente grandes nubes cubrieron al Cocotal, desatándose un violento aguacero acompañado de sol, que tomó a todos por sorpresa, comenzando las gallinas a alabar el milagro, exclamando que ésa era la señal que todos estaban esperando. El Sabio enano amarillo, el Sabio burro y el Sabio árbol de Corotú comenzaron a desvanecerse, desapareciendo del lugar tal como habían llegado.

El Tío Conejo, viendo que los sabios milenarios lo habían abandonado y que al parecer el Tío Tigre había ganado la controversia, comenzó a gritar: ‘¡Milagro, Tío Tigre! ésta es la señal divina!’ - y el Tío Tigre, las Tías Gallinas y Tío Gallote, agitados, comenzaron a gritar: -‘- ¡Hay que hacer un gran altar de agradecimiento! ’–

El Tío Tigre, confundido con tanta emoción, se distrajo soltando los testículos de Tío Conejo, quien aprovechó para desatarse y salir huyendo.

El Tío Conejo, caminando con sus atributos bien adoloridos y apretando en su mano la imagen de Santa María la Antigua, llegó a las faldas del Cerro Ancón, repitiendo en voz baja y con lágrimas en los ojos: ‘-… hasta cuándo, hasta cuándo …-’ Mientras, allá abajo, en el centro del moderno Cocotal, se alzaba un gigantesco pedestal de pencas y cañazas, donde se colocaría la magna efigie.

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