Una voz a la medida de un teatro

Actualizado
  • 11/10/2009 02:00
Creado
  • 11/10/2009 02:00
Desdibujadas en la penumbra, diversas anatomías gráciles y núbiles flotan en el mural que adorna el plafón del Teatro Nacional: un óculo...

Desdibujadas en la penumbra, diversas anatomías gráciles y núbiles flotan en el mural que adorna el plafón del Teatro Nacional: un óculo falso a través del cual es posible contemplar un firmamento imaginario poblado por seres de aspecto mítico. Pintada por Roberto Lewis, en la obra (titulada 'El nacimiento de la República') se perciben figuras femeninas que parecieran saltar hacía el vacío, extendiendo la pálida y delicada musculatura de sus cuerpos.

Sobre el escenario, entre sillas y atriles, la joven soprano Nicole Puga posa para una sesión fotográfica. “Este teatro es como mi casa. Me ha visto crecer en todos los sentidos”, explica la intérprete de ojos pardos y cabello oscuro, mientras se esfuerza por recordar cuándo fue la primera vez que se presentó sobre estas tablas. “Fue en el sexto año de la escuela secundaria. Sentir el calor de la gente representó una experiencia realmente enriquecedora”, recuerda la artista que tuvo sus pininos cantando el “Ave María” en ceremonias nupciales.

Las lámparas situadas sobre el proscenio proyectan una luz densa sobre la cantante, acentuando la frágil estructura de su espalda. La última vez que el público panameño pudo disfrutar de su melodiosa voz fue precisamente en este lugar, durante el espectáculo denominado “Òpera Joven 2009”, que se realizó el pasado agosto. Anteriormente, la soprano se había presentado en el Teatro Nacional en 10 oportunidades. “Es bastante para un cantante panameña relativamente joven”, comenta en tono de broma la artista de 25 años, exhibiendo una amplia sonrisa que resplandece a contraluz de los focos que iluminan la sala.+3B Viene de la portada

Durante dos noches, Nicole tuvo la oportunidad de compartir escenario con Ricardo Velásquez, su amigo y compañero de estudios en Barcelona, ciudad en la que radica desde hace dos años. Ambos asisten al Conservatorio Superior de Música del Liceo de la capital de Cataluña. Se conocieron durante unas audiciones organizadas por la Fundación Bel Canto, creada por el comunicador social Juan Carlos Tapia.

A pesar de que Velásquez viajó primero a España, siempre se mantuvo en contacto con Nicole a través de internet, incentivándola a seguir su ejemplo. Una vez en Barcelona, la soprano fue sometida a una examen para determinar en qué nivel sería ubicada. “Mi calificación fue tan alta que me pasaron al segundo año”, comenta la intérprete, que aspira a poder completar los seis años de carrera en el liceo, al final de los cuales recibirá un diploma que la capacitará para dar clases de canto tanto a niños como adultos y para adiestrar a locutores, actores y demás profesionales que utilizan su voz como herramienta de trabajo.

Al principio, abandonar el seno familiar y mudarse a España resultó muy difícil para Nicole, quien creció junto a sus padres y sus dos hermanos, Félix de 30, y Michelle de 23 años. No obstante, hoy en día, no se arrepiente de lo que ha sido su experiencia europea. “He tenido la oportunidad de visitar ciudades como París y Roma”, comenta la artista, para quien la denominada Ciudad Luz es una urbe “muy rica culturalmente”.

A pesar de residir en Barcelona y de haber recorrido Zaragoza (donde tuvo la oportunidad de recibir clases de la soprano Monserrat Caballé), Málaga y Sevilla, asegura que su ciudad favorita dentro del territorio español es Madrid, “aunque a los catalanes les duela”.

Cuando no asiste a clases o se abstiene de colarse en la de sus compañeros ('Cuando uno escucha a los demás siempre puedes tomar algo para ti”, razona) suele caminar por las calles, víctima del embrujo de esta urbe donde es posible disfrutar del genio arquitectónico de Gaudí. Uno de sus pasatiempos es la lectura, sobre todo obras que le enseñen a pulir su técnica vocal.

LAS DOS NICOLE

Durante su niñez, la primera persona en percatarse que había nacido con una voz muy peculiar fue una vecina de su familia, quien le recomendó a su madre que fomentara el precoz talento de la niña. “Cuando era chica solía hacer mini shows con mis muñecas, jugaba a hacer musicales de Broadway con ellas”, rememora.

Cuando alcanzó la edad de nueve años, su profesora de canto, una española de nombre Victoria Balestrino, la clasificó como “soprano”, que se diferencia de las mezzosopranos y las contraltos en el hecho de que su canto es menos grave. “Dicen que somos capaces de romper un vidrio con la voz. Es algo bastante difícil de lograr, pero podría ser...”, comenta con una jocosidad siempre a flor de piel.

No obstante, es posible detectar cierto nerviosismo tras el velo de su risa. Esta exhibición de vulnerabilidad no se compagina con la voluptuosa imagen de una mujer vestida en un traje estilo flamenco de color carmesí, que se apoya seductoramente contra una pared del área de la luneta, posando para una fotografía.

Aunque la inseguridad puede asaltarla al momento de conceder una entrevista, poniendo al descubierto su faceta más introspectiva, cuando pisa las tablas se transforma en otra persona, “una que difiere bastante de cómo soy en mi vida”, revela. El temblor que se podía percibir segundos antes en su voz ha desaparecido por completo, como si el sólo hecho de referirse a su arte, a aquello que la apasiona, disipara cualquier inseguridad.

DE ÓPERAS Y KARAOKES

Confiesa que le hubiera gustado dedicarse a cantar baladas, ya que se considera una persona romántica, una verdadera “enamorada del amor”, sentimiento sin el cual le sería casi imposible interpretar un género como la ópera, abundante en historias de desamor y tragedia. Con una voz que es más apropiada para la interpretación de óperas clásicas como la “Traviata”, de Giuseppe Verdi, o “Gianni Schicchi”, de Giacomo Puccini, aprovecha la oportunidad de cantar piezas populares cuando asiste a un karaoke en Barcelona o en Panamá. “En los karaokes panameños, la gente suele ser mucho más cálida y se mete más en el show. Allá suele ser más aburrido, pero voy a pasar el rato”, cuenta.

Aunque en esas ocasiones suele cantar con micrófono, empleando un tono mucho menos agudo que el habitual, su talento vocal no requiere de ningún tipo de recurso técnico para ser apreciado, tal como lo demuestra al interpretar un fragmento de “O sole mío” a capella. Ya sea en la penumbra de un teatro vacío, en una sala de conciertos atiborrada o en el pequeño escenario de un bar karaoke, sin duda, su voz será siempre motivo de deleite para quienes la escuchan, sean panameños o extranjeros.

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