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- 14/08/2025 00:00
Por más de 30 años, la vida de Adriana Serna se ha volcado al servicio y la mentoría. Mentoreando a actores, locutores y personas en diversos caminos de la vida que desean convertir sus voces en herramientas de proyección personal y llevar sus sueños a un nuevo plano, donde puedan encontrar su objetivo y propósito ganando la confianza necesaria para destacar en un sector en crecimiento como el de la voz comercial.
Serna conversó con La Estrella de Panamá sobre su pasión por el servicio y el crecimiento que la llevó a desarrollar su propia carrera como coach de comunicación y en 2021, asumió la presidencia de la Asociación Colombiana de Locutores y Comunicadores. Ha sido galardonada con tres Voice Arts Awards (el Óscar de la voz) y recibió un reconocimiento especial en el Foro Internacional de Liderazgo en 2019.
Durante cinco años, fue la voz oficial en América Latina de Oprah Winfrey en su programa de entrevistas. Además, ha colaborado con marcas de renombre como Scotiabank Colpatria, Nivea, Johnson & Johnson, Samsung, Netflix y NatGeo. Adriana es la creadora del innovador Método AS, que ha sido de ayuda a la forma en que los líderes comunican su mensaje. A través de su taller “El Poder de Tu Voz”, dará las herramientas necesarias para transformar la visión sobre la voz para diversos profesionales en el Voice Talent Panamá el 20 y 21 de agosto.
Mis primeros pasos con la voz comenzaron desde muy pequeña. Recuerdo que mi abuela escuchaba radionovelas junto a mi madre, y ahí nació mi fascinación por la radio y por las voces. Desde entonces, soñaba con ser actriz de radio. Más adelante, ya de forma profesional, inicié mi carrera precisamente en la radio. Soy de Medellín, Colombia, y después de ganar experiencia en distintas áreas radiales, me trasladé a Bogotá, donde comenzó realmente mi historia en el doblaje. Primero me acerqué a la narración documental, que me encantaba, y luego, tras tomar talleres de actuación —porque en aquel entonces no había una formación específica para doblaje— empecé a dar voz a distintos personajes. Así comenzó mi camino como actriz de doblaje.
Por supuesto. Ambos son sistemas de comunicación, pero la forma en la que nos conectamos con el público es distinta. La radio tiene una magia especial: llega a los lugares más recónditos del mundo, incluso donde solo hay un pequeño radio de baterías. En la radio se presentan noticias, música, magazines... es un canal amplio y espontáneo. En cambio, el doblaje es puro arte actoral. Es interpretar con respeto al actor original, replicar sus gestos y emociones, pero también aportar nuestra propia expresividad en otro idioma. Actuamos desde el alma del otro, adaptándolo con honestidad y profesionalismo. Eso lo hace completamente distinto.
Ha habido una gran evolución. Al comenzar, tenía una voz grave, sin muchas inflexiones. Era una voz menos natural. Agradezco haber recibido dos regalos: una voz especial desde niña y el deseo genuino de trabajar con ella. Las radionovelas me enseñaron a construir personajes solo con la voz. Mis primeros trabajos fueron en radio: magazines de farándula, luego noticias, y más adelante fui directora de una importante cadena en Colombia, RCN. Pero, cuando llegó la locución comercial, decidí dejar el ámbito corporativo y dedicarme de lleno a ser voiceover. Ser la voz de marcas fue un nuevo universo que me apasionó.
Ese proceso fue una transformación total. Pasé de una voz grave, neutra y rígida, a una voz más versátil, con matices. La actuación me ayudó mucho. Aprendí a construir mensajes con emoción, a conectar con los productos desde lo sensorial y afectivo. Esto cambió mi estilo y me permitió convertirme en una voz vendedora, capaz de representar marcas con autenticidad. Esa capacidad camaleónica de adaptarse es fundamental para sobrevivir en este oficio. En mí habitan muchas voces: la narradora, la actriz, la presentadora, la locutora, la entrevistadora. Todas forman parte de mi universo creativo. Uno de sus hitos más icónicos fue ser la voz en español de Oprah Winfrey.
Ese proyecto es uno de los regalos más hermosos que la vida me dio. Llegó en un momento muy especial, cuando estaba en Colombia y aún no tenía gran visibilidad internacional. El casting fue extenso y pasó por toda Latinoamérica. Finalmente, fui elegida. Me preparé a fondo: estudié sus biografías, cómo hablaba, caminaba, sentía. Fue un estudio profundo y enriquecedor. Admiro profundamente a Oprah, no solo por lo que representa como mujer afroamericana o como figura mediática, sino por su humanidad. Conocerla desde adentro para interpretarla fue un antes y un después en mi carrera.
Muchos. Desde el inicio me dijeron que no servía para esto. Mis primeros círculos me desalentaron. Eso me retó a demostrar que sí podía. Uno de los momentos más duros fue antes del proyecto de Oprah. Enfrenté un cáncer, pasé por cinco cirugías en dos años. Sentí que mi carrera se detenía. Y cuando salí de ese túnel, llegó el proyecto que lo cambió todo. Entendí que la vida es una montaña rusa: hay que disfrutar la cima, pero también aprender del descenso. Otro momento difícil fue cuando sentí que el mercado comenzaba a preferir voces jóvenes. Escuchar que ya “no encajaba” fue duro. Pero decidí reinventarme, volver a empezar, aprender lo nuevo, adaptarme. Hoy sigo grabando, sigo activa, porque entendí que la única voz que debe decir “hasta aquí” es la mía. En estos tiempos, la inteligencia artificial ha irrumpido en la industria de la voz.
Que se permitan caer, reinventarse, aprender. Que no escuchen las voces externas que intenten silenciarlos. Este es un oficio que requiere pasión, entrenamiento y paciencia. Pero, sobre todo, fe en uno mismo. Cada caída puede ser el impulso de una nueva versión de ti mismo. En este viaje yo he aprendido a abrazar cada versión de Adriana que ha surgido. Y eso me ha hecho más fuerte, más completa y más feliz.