Antidepresivos: cómo actúan, cuándo se recetan y por qué no generan adicción

  • 07/08/2025 15:33
El psiquiatra José Tejera explica cómo funcionan los medicamentos, cuándo se indican y desmiente los principales mitos sobre su uso prolongado o interrupción repentina

En los últimos años, el uso de antidepresivos ha crecido de forma sostenida en todo el mundo, incluido Panamá, en medio de un contexto de mayor visibilidad de los trastornos de salud mental como la depresión y la ansiedad. Sin embargo, persisten mitos, dudas y temores alrededor de estos medicamentos: ¿cómo actúan realmente?, ¿cuándo se deben recetar?, ¿provocan adicción?, ¿qué papel juega la psicoterapia?

Para responder a estas preguntas, La Estrella de Panamá conversó con el psiquiatra José Tejera, quien ofreció una mirada actualizada y científica sobre el funcionamiento, los criterios médicos y el abordaje integral del tratamiento con antidepresivos.

¿Qué son los antidepresivos y cómo funcionan en el cerebro?

Aunque tradicionalmente se han llamado “antidepresivos”, el psiquiatra José Tejera propone una mirada más amplia. Según explicó en entrevista con La Estrella de Panamá, estos medicamentos actúan como neuromoduladores cerebrales al intervenir en la regulación de neurotransmisores como la serotonina, dopamina y norepinefrina, claves para el equilibrio emocional y cognitivo.

Pero su impacto va más allá: hoy se sabe que también promueven la neuroregeneración, mejoran la percepción del dolor, potencian la energía neuronal mitocondrial, y hasta tienen efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores. Por eso, el experto sugiere llamarlos más apropiadamente neuromoduladores o neuroestabilizadores cerebrales.

¿En qué casos se recomienda su uso?

Tejera aclara que los antidepresivos no son para “tristezas pasajeras” ni para todos los malestares emocionales. Se indican en casos diagnosticados clínicamente de depresión mayor, trastornos de ansiedad generalizada, fobias, ataques de pánico, TOC, estrés postraumático, burnout, dolores crónicos y en algunas enfermedades inmunológicas.

“El tratamiento dependerá de la gravedad de los síntomas, su duración, los antecedentes familiares, el impacto en la vida diaria y el riesgo suicida”, afirmó. Además del examen clínico, hoy en día se suman herramientas como exámenes genéticos, marcadores de inflamación y análisis de microbiota, en lo que se denomina psiquiatría de precisión.

¿Qué diferencia hay entre tristeza, ansiedad y depresión?

Tejera subraya la importancia de diferenciar entre emociones normales y enfermedades mentales:

Tristeza: es temporal, con un origen claro, no discapacita ni requiere tratamiento farmacológico.

Depresión: es persistente, puede ser discapacitante, y suele tener componentes genéticos o sin causa aparente. Requiere tratamiento profesional.

Ansiedad: es cíclica, muchas veces hereditaria, y puede interferir significativamente con la vida cotidiana.

Estrés: es transitorio, con un detonante definido, y puede ser superado sin medicación.

¿Cuánto tiempo tardan en hacer efecto y por qué?

“No son como los antibióticos”, advierte el psiquiatra. Los antidepresivos tardan entre tres y seis semanas en mostrar mejoría porque su acción involucra procesos lentos como la neuroplasticidad y la síntesis de neurotransmisores. La genética del paciente influye: hay quienes responden rápido, lentamente o incluso no responden, lo cual exige ajustes progresivos.

Uno de los principales retos, explica Tejera, es evitar que el paciente abandone el tratamiento apenas se siente mejor. “Eso ocurre en un 55% de los casos. Una buena relación médico-paciente es fundamental para lograr adherencia y éxito terapéutico”.

¿Qué tipos de antidepresivos existen?

La evolución ha sido significativa desde los años 50. Tejera los clasifica así:

IMAO (1957): aumentan serotonina, dopamina y norepinefrina.

Tricíclicos (1958): eficaces pero con muchos efectos secundarios.

ISRS (desde 1987): como fluoxetina o sertralina, actúan sobre serotonina.

IRSN (desde 1993): como duloxetina, combinan acción en serotonina y norepinefrina.

Atípicos (desde los 90): bupropión, mirtazapina, entre otros.

De acción rápida (desde 2019): esketamina, usada en casos graves con riesgo suicida.

¿Cuáles son los efectos secundarios más comunes?

Durante las primeras semanas pueden aparecer molestias como náuseas, insomnio, somnolencia, nerviosismo o sequedad bucal, pero suelen desaparecer con el tiempo. Sin embargo, hay señales de alerta que deben motivar una consulta urgente: ideas suicidas, cambios de comportamiento extremos o reacciones alérgicas graves.

¿Los antidepresivos causan adicción?

No. Tejera es enfático: “No generan craving ni dependencia como las benzodiacepinas”. Lo que puede ocurrir es un síndrome de discontinuación si se interrumpen bruscamente, con síntomas como mareos, ansiedad o insomnio, que desaparecen progresivamente.

Psicoterapia y estilo de vida: un tratamiento integral

Los antidepresivos actúan sobre el cerebro, pero la psicoterapia interviene en la forma de interpretar emociones y situaciones. “Una dieta adecuada, ejercicio, sueño reparador, apoyo familiar y procesos de autoconocimiento son fundamentales para la recuperación y prevención de recaídas”, indicó el especialista.

¿Qué pasa si se suspenden de forma abrupta?

Al dejar la medicación de forma repentina, el paciente puede experimentar síntomas desagradables como mareos, irritabilidad o “corrientes eléctricas” en la cabeza. Más grave aún, puede haber recaídas. Por eso, cualquier suspensión debe hacerse progresivamente y con supervisión médica.

¿Se ha incrementado el uso de antidepresivos?

Sí. Según la OMS, más del 40% de la población ha tenido algún episodio ansioso-depresivo, cifra que aumentó al 69% durante la pandemia. Solo el 10% recibe el tratamiento adecuado. La reducción del estigma, el aumento del diagnóstico y la mayor disponibilidad han incrementado su uso en los últimos años.

¿Qué le diría a quienes temen comenzar un tratamiento con antidepresivos?

Para cerrar, Tejera deja un mensaje claro: “La ansiedad y la depresión no son debilidad ni falta de fe. Son trastornos neurobioquímicos que requieren tratamiento. No hay que esperar a que pasen solos. Cuanto antes se aborden, mejor el pronóstico”.

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