Un almuerzo con Carmelo Rodero

Actualizado
  • 24/03/2019 01:00
Creado
  • 24/03/2019 01:00
La visita del propietario de Bodegas Rodero propició un encuentro para conversar, acompañados de sus vinos y con una comida española, sobre el negocio de la vinificación, el calentamiento global, los corchos y la amistad

Carmelo Rodero es el nombre de los vinos producidos por Bodegas Rodero, en Burgos, Ribera del Duero. También es el nombre del gestor de los viñedos y creador de la bodega. Tener a ambos Carmelo en un almuerzo, es un lujo, sin dejar de mencionar que es un placer.

Carmelo Rodero visitó Panamá, de la mano de Mi Esquina Gourmet para promover la distribución de su vino Reserva. En nuestro país ya se conocen algunos de sus productos, Carmelo Rodero 9 Meses y Crianza y Pago Valtarreña.

Nos encontramos en Casa Alejandro para degustar los vinos de Carmelo acompañando algunos platos representativos de la gastronomía española. ‘Este restaurante cree en el producto, siempre lo piden', le dicen. Haciendo gala de su sentido del humor responde, ‘En todos los sitios hay gente inteligente que se valorar las cosas buenas…', luego, en un tono mas serio agrega ‘Cuando a la gente le gustan los vinos y entiende los vinos, prueba estos y se da cuenta de que son diferentes'. Y hace la aclaración de que ‘nunca va a salir de mi boca que mi vino es mejor que otro, no. es diferente'.

El mozo se acerca con el primer vino, 9 Meses. Le presentan el vino y luego le ofrecen el corcho, que examina con cuidado. Dice con satisfacción, ¡está perfecto!. Se lleva la copa a la boca y dice ‘está bueno'.

El propio Rodero lleva cuenta de los sabores del vino en cada una de las barricas que los guarda, más de tres mil. No hay mejor manera de asegurarse de que cada botella de vino tendrá el resultado que corresponde. ‘Cada barrica es un mundo y aunque tengas madera nueva, buena madera, no tienes que descartar que dentro de ese mundo de barricas pueda aparecer una que tenga madera verde que va a aportar astringencia.', detalla.

Como cortesía de la casa recibimos una taza de consomé, tan caliente como la tarde, lo que da pie a una conversación sobre el clima.

Rodero comenta que en España actualmente hay una variación térmica de unos 20°. ‘Hay días que llegan a los 22°C, pero en las noches, estamos a -3°C. Hay un desequilibrio que no es normal, es el cambio climático, pero vamos a aguantar…', dice en tono esperanzador.

¿Cómo afecta el cambio climático a las uvas? ‘Las uvas son duras, ahora mismo lo que falta ses que la tierra coja sangre --humedad-- para que en agosto la tierra mantenga esa frescura y pueda asumir humedad la planta. El problema es cuando no llueve en invierno, que la planta puede llegar a estresarse por la falta de humedad.', explica.

¿Y qué se puede hacer para tratar de controlar eso? Rodero ha hecho frente a una posible sequía con un sistema de goteo. ‘Desde la bodega, le he puesto goteo a 60 ha. Y después tengo otras veintitantas hectáreas que están en zonas donde se pueden regar también. El 50% de mi explotación se puede regar, pero para hacer calidad no para producir más', advierte.

Terminamos el consomé y Rodero propone un brindis. ‘Esto es por la amistad. Una de las grandezas del vino es la amistad. Desde que tengo la bodega, lo que más valoro es la cantidad de amigas y amigos que se hacen; Cuando hablo con mis hijas les digo que el valor más grande que te pueda aportar este negocio es la cantidad de amigos que haces', dice mientras chocamos las copas.

El chef Alejandro Pérez nos ofreció un pulpo a la gallega, ‘para abrir boca' y el infaltable pan.

Nos dispusimos a degustar el 9 Meses, un varietal tempranillo considerado vino joven que sale al mercado en máximo un ño después de su elaboración.

9 Meses ofrece un color cereza brillante, en nariz, destacan flores y frutos rojos. En palabras de su productor, ‘es fresco, con taninos suaves, elegante; su maridaje es sencillo, con carne o pescado.

‘¿Conoces de vinos?' Me pregunta Rodero y le respondo, ‘creo que estoy en un nivel intermedio'. Mirando al resto de la mesa dice ‘No te tienes que fiar de las mujeres porque las mujeres son las más prudentes a la hora de valorarse en el mundo del vino. Todavía no he escuchado a una mujer que me diga que entiende de vinos, pero cuando pones los vinos, aquella persona que dijo que no entiende mucho nunca falla, siempre elige el mejor'.

El vinatero asegura que con los hombres la cosa es muy diferente. ‘Los hombres hacen un pequeño curso de cata, y ya se creen los expertos… hacen una cantidad de tonterías que ni se imaginan...'.

Y es que para saber de vinos se requiere de mucho más que un curso. ‘Yo llevo toda mi vida en esto y nunca he terminado de aprender', confiesa Rodero, quien desde muy chico pasaba tiempo con su abuelo aprendiendo el oficio de hacer vino y plantó sus primeras viñas a los 17 años.

Esos momentos austeros, le plantearon la necesidad de crear un sistema que resultara efectivo, de la forma más económica. Y así lo hizo. Pero lo más importante, conocía cuales eran las mejores viñas de su abuelo. ‘Sembré las mejores viñas que tenía mi abuelo, de uva menuda, suelta que permite una maduración perfecta', destaca. De la cepa tempranillo, existen más de 150 clones y Carmelo Rodero guarda celosamente el suyo. El terruño -terroir- también influye; tierra también tiene su influencia, no es lo mismo plantar en grava, arena o arcilla. Y es que de los vinos hay mucha materia para hablar.

Llegan a la mesa unas chistorras hechas en casa , gambas al ajillo y unas alcachofas con crocante de jamón. Se descorcha el siguiente vino, Carmelo Rodero Crianza, 90% tempranillo 10% cabernet sauvignon, con crianza en roble francés durante un mínimo de 15 meses y trasiegos cada 3 meses. En botellero mínimo 12 meses antes de su comercialización.

Su corcho, diferente al de 9 Meses, guarda el aroma de la barrica y una gran frescura. Carmelo Rodero Crianza tiene un color rubí limpio y brillante, con algunos ribetes rosáceos. En nariz, intenso, con notas de fruta roja y toques de fruta negra con algunos aromas a tostado que aporta la barrica. Estructurado, con cuerpo; equilibrado y de final largo.

‘¿Cual te ha gustado más?' Me pregunta Rodero, le respondo, 'pues hasta ahora, el Crianza'.

Continuamos conversando sobre los corchos, elemento en el que por unidad, invierten un euro. ‘Lo más importante es la calidad, entonces, cómo haces todo el esfuerzo, has invertido todo: el trabajo en la viña, la vinificación y un esfuerzo económico en presentación, si después no eres capaz de rematar ese trabajo…, no vale la pena', asegura. Y es que el corcho cumple dos funciones específicas: hacer que el vino no se salga de la botella y hacer que el vino evolucione en la botella. ‘Eso con un corcho sintético, no ocurre', explica Rodero.

Con un cochinillo troceado llega el Carmelo Rodero Reserva, con uvas de viñedos propios con más de 30 años. En proporción 90% tempranillo y 10% cabernet sauvignon con crianza de 21 meses en roble francés.

De un intenso color rojo con notas violáceas y ribetes teja y ámbar. En nariz, frutas maduras y especias como vainilla y canela, así como algunos tostados que deja su paso por barrica. Con taninos elegantes, carnoso en boca y de final prolongado.

Luego de probar el Reserva, digo a Rodero, ‘Ya cambié de opinión, me queso con este'. Rodero choca mi mano y dice a los demás, ‘¿ya ven?.'

Para Rodero, no hay muchos secretos para hacer un buen vino. ‘Verificar que la uva esté equilibrada. Una uva equilibrada hace un vino equilibrado. Todo está descubierto, con buena materia prima hay un buen producto'. Por ello, reconoce, nunca se ha gastado ‘una peseta' en publicidad. ‘No me permití ese lujo de invertir en publicidad segundo que no tuve esa necesidad siempre he apoyado en la calidad. Con un buen producto, pues es mucho más sencillo', sostiene.

Llegan los postres, una crema catalana, membrillos con queso y una marquesa de chocolate. Finalizamos con un licor de hierbas y un café, alegres de haber compartido una deliciosa comida con excelentes vinos y tener nuevos amigos.

‘Una uva equilibrada hace un vino equilibrado. Todo está descubierto, con buena materia prima hay un buen producto',

CARMELO RODERO

Carmelo Rodero

EL HOMBRE

Pertenece a la cuarta generación de una arraigada familia de viticultores de la zona. Desde muy joven se invlolucró con sus abuelos en la elaboración de vino.

Con 17 años sembró sus primeras vides y vendió uvas por varios años hasta que estableció su propia bodega en 1988. Su primera cosecha fue en 1991 y desde entonces, junto con su esposa Elena ha mantenido una muy alta calidad en sus productos. Sus hijas Beatriz y María han continuado el camino de sus padres y están completamente involucradas en el proyecto familiar.

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