Naufraga responsable de OMS ante críticas chinocéntricas

Actualizado
  • 16/04/2020 15:21
Creado
  • 16/04/2020 15:21
Un análisis sobre los movimientos de la OMS desde el principio de la pandemia por el coronavirus hasta el reciente retiro de fondos de la administración de Trump

El súbdito se inclina ante su emperador. Esa es la imagen que registró la prensa internacional del cuestionado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando el pasado 19 de febrero prácticamente se arrodilló ante el jerarca de China, Xi Jianping. En ese momento se habían acumulado las críticas contra Pekín por ocultar información sobre el COVID-19. "La epidemia es un demonio y no podemos dejar escondido ese demonio", dijo Ghebreyesus tras reunirse con Xi.

Del mismo modo como no puede ocultarse que el nuevo coronavirus se originó en Wuhan, tampoco es posible esconder que Ghebreyesus, llegó a la OMS en hombros de Pekín, para sustituir a la también china Margaret Chan, que estuvo 10 años en el puesto.

Había candidatos de Francia, Hungría, Italia, Paquistán y Reino Unido, con mejores calificaciones para imponerse sobre Ghebreyesus, un biólogo sin experiencia en gestiones de salud mundial. Pero Pekín hizo un trabajo subterráneo para cambiar, a través de Chang, las reglas de la elección. Por primera vez se acordó una lista corta en la que quedaron Ghebreyesus y los aspirantes de Londres e Islamabad.

En la primera ronda el etíope obtuvo 94 votos —entre esos 50 del continente africano —frente a 54 del británico y el paquistaní quedó eliminado. Finalmente Ghebreyesus obtuvo la mayoría de votos de los 194 Estados miembros de la OMS, en momentos en que en las afueras de la sede en Ginebra centenares de etíopes protestaban contra su candidatura. Un boletín de Human Rights Watch lo recriminaba por formar parte del núcleo duro del régimen marxista etíope, acusado por grupos de derechos humanos y la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) de sistemáticas violaciones de las libertades fundamentales y de represión política.

Un reportaje del diario digital español El Confidencial reveló que la meteórica carrera de Ghebreyesus para hacerse con la dirección de la OMS tuvo que ver con el cambio del sistema de elección y con el apoyo de China. "En su elección se involucró personalmente el entonces presidente chino, Hu Jintao. Era la primera gran apuesta de Beijing por colocar a uno de los suyos al frente de una gran agencia internacional, símbolo de su pujanza económica, diplomática y cultural", relató el diario.

La OMS acrecentó la influencia de China en organismos de la ONU como la Unesco y la OMPI, al igual que en institucionales mundiales como la OMC y el FMI.

Ghebreyesus es el primer representante del continente africano, en una organización que desde su fundación en 1948 ha tenido dos directores americanos, tres europeos y tres asiáticos. Negó las acusaciones de ser un títere de Pekín y rechazó el uso político que quiere darse a la pandemia. El régimen chino salió en su defensa y calificó como "inmoral e irresponsable" la práctica de Estados Unidos de atribuir la culpa a China de la expansión del nuevo coronavirus.

En los primeros días del coronavirus, cuando no se hablaba de epidemia, menos de pandemia, la Ghebreyesus y la OMS actuaron con una sospechosa cautela que ahora, tres meses después —con dos millones de contagios y 130,000 fallecidos en 190 países sin señales de merma— resulta muy difícil de justificar.

Organización China de la Salud

"La Organización Mundial de la Salud debería cambiar su nombre de OMS a OCS: Organización China de la Salud. Ese nombre sería más apropiado", expresó indignado el viceprimer ministro japonés, Aso Taro, al denunciar lo que consideró la descarada influencia de Pekín en el organismo responsable de derrotar la pandemia del coronavirus.

Las declaraciones del viceprimer ministro japonés solo son un síntoma más de la creciente animadversión contra Ghebreyesus y la OMS por su controvertida gestión de la pandemia del COVID-19. Lo mínimo que piden sus detractores es la cabeza de Ghebreyesus. "Si antes le recriminaban una excesiva complacencia con Pekín, ahora lo acusan directamente de ser un peón chino más en el sistema", dijeron medios de prensa en días recientes.

Lo que ocurre es que en los últimos años, Estados Unidos y Europa han descuidado la OMS. Han apostado por otros centros de poder más relevantes dejándola al borde de la irrelevancia operativa. Nada más básico en la geopolítica que ocupar los vacíos que dejan los rivales sin oponer resistencia. Y eso hizo China. "Comprendió el verdadero potencial de ese mamut administrativo en casos de crisis sanitaria. Una poderosa influencia a la que la opinión pública global parece estar despertando de golpe", dijo El Confidencial.

¿Quién es Ghebreyesus?

Antes de llegar al puesto en enero del 2017, Ghebreyesus fue por cinco años —dado su liderazgo en el partido marxista Frente de Liberación Popular de Tigray, en el poder en Etiopía desde hace tres décadas— ministro de Relaciones Exteriores, luego de servir como ministro de Salud por siete años, periodo en el que fue acusado de encubrir tres brotes de cólera en su país que causaron centenares de muertos. Mostró su filiación ideológica al nombrar como embajador de buena voluntad de la OMS al fallecido dictador marxista de Zimbabwe, Robert Mugabe. Ante la repulsa mundial tuvo que retirar el nombramiento.

La conexión de China con Etiopía, llamada "la pequeña China", se ha construido a lo largo de casi dos décadas convirtiendo a ese país del este de África en la cabeza de puente de la influencia de Pekín en ese continente.

China es actualmente el neocolonizador de África y ha tejido una telaraña roja sobre ese continente para retener y devorar los recursos que están en la base de su ascenso como potencia emergente del siglo XXI y convertirse en un poder hegemónico global, reveló un extenso reportaje publicado el pasado miércoles por el diario catalán La Vanguardia.

Sin embargo, mientras China explota los recursos naturales de África y obtiene los votos del continente para sus movidas geopolíticas, aplica medidas racistas y discriminatorias a los africanos que viven en ciudades chinas como Guangzhou, capital de la provincia de Cantón. La gente de raza negra no puede acceder a restaurantes o bares, son víctimas de redadas, acosados por las redes sociales y expulsados de sus viviendas. Embajadores de Ghana, Kenia, Nigeria, Sierra Leona y Uganda, han enviado cartas de protesta a la cancillería china, repudiando los tratos inhumanos hacia sus conciudadanos sin obtener resultados.

Sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, Suiza.
Cuestión de reputación

Pekín y sus aliados presionaron a la OMS para que no activara una alerta de salud internacional ante la epidemia del nuevo coronavirus, afirmó el diario francés Le Monde en su edición del pasado 29 de enero. Las razones tienen que ver menos con la ciencia que con la reputación de China, aseguró el periódico. Afirmó que todo se centró en "un problema de imagen". "China ha reorientado su diplomacia siguiendo un nuevo credo: China ya no es un país del tercer mundo", expresó.

Mientras China censuraba y amenazaba a los médicos de Wuhan, Ghebreyesus viajó a Pekín para reunirse el 29 de enero con Xi. "Fue una reunión muy franca y muy sincera. Apreciamos la seriedad con que China se está tomando este brote, especialmente el compromiso del alto liderazgo chino y la transparencia que han demostrado", aseguró luego del encuentro. Sin embargo, el primer equipo de la OMS al que se permitió viajar a Wuhan —con limitaciones— tuvo que esperar la autorización hasta el 13 de febrero.

Cuando Ghebreyesus regresó a Ginebra, la OMS aceptó declarar la emergencia sanitaria global y reconoció la existencia de la transmisión del virus de persona a persona, hecho que días antes había sido negado. Después de la emergencia sanitaria mundial, pasó un mes antes de declarar la pandemia cuando había 120,000 infectados y 4,000 fallecidos en varios continentes.

El ocultamiento por parte del régimen chino del brote del coronavirus fue mucho peor de lo divulgado hasta el momento, de acuerdo a una investigación realizada por la cadena de televisión estadounidense NBC News, con acceso a documentos confidenciales, comunicaciones interceptadas e imágenes satelitales que daban cuenta de que el sistema sanitario de Wuhan, el epicentro de la pandemia, ya estaba colapsado desde noviembre del 2019.

El diario South China Morning Post, el principal diario en inglés de Hong Kong, contradijo la información oficial del régimen chino e indicó que el 17 de noviembre era la fecha exacta en que se conoció la existencia del nuevo virus. Sin embargo, como el virus tarda dos semanas en manifestarse y circula en personas asintomáticas durante un largo tiempo, el contagio de la población de Wuhan había comenzado antes.

Invisibilizar a Taiwán

Desde el inicio de la pandemia, la OMS marginó a Taiwán, poniendo en evidencia que actuaba presionado por Pekín. El gobierno de Taipéi sostuvo que en diciembre pasado alertó a la OMS sobre el surgimiento de un nuevo brote viral en Wuhan, pero no se le prestó atención. El propio Ghebreyesus negó la semana pasada que Taiwán hubiera enviado advertencias.

Eso obligó a Taiwán a divulgar el correo electrónico demostrando que alertó sobre lo que estaba ocurriendo en China sin que la OMS hiciera algo.

El Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Taiwán remitió un mensaje el 31 de diciembre a la OMS en el que advertía de al menos siete casos de neumonía atípica en Wuhan, China. "En China, el término neumonía atípica se usa comúnmente para referirse al SARS, una enfermedad transmitida entre humanos causada por el coronavirus", precisó el informe enviado a la OMS.

En una escalada del enfrentamiento con la OMS, a comienzos de semana, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, respondió con contundencia a las acusaciones de Ghebreyesus de que Taipéi estaba orquestando una campaña de difamación racista en su contra.

Eso enfureció a la administración taiwanesa, históricamente acosada por Beijing y dejada de lado por organismos multilaterales como la OMS que no le permite ser miembro observador como consecuencia del lobby que ejerce el régimen comunista.

"Protesto firmemente las acusaciones de que Taiwán está instigando ataques racistas en la comunidad internacional. Taiwán siempre se ha opuesto a todas las formas de discriminación. Durante años, hemos sido excluidos de las organizaciones internacionales, y sabemos mejor que nadie lo que se siente ser discriminado y aislado", escribió Ing-wen.

Taiwán ha demostrado una sorprendente efectividad en su lucha contra el COVID-19. Dispuso un participar y efectivo sistema de monitoreo constante de las personas que colocó en cuarentena por diversos motivos. Un país de 24 millones de habitantes, a 180 kilómetros del territorio de China, solo ha registrado 395 contagios y seis fallecidos.

La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen.
Trump cumplió la amenaza

El presidente Donald Trump llevaba varias semanas cuestionando la connivencia de Ghebreyesus con China y había anticipado la suspensión del aporte de Washington a la OMS. "Si la OMS hubiese hecho su trabajo y enviado a expertos médicos a China para hacer una valoración objetiva de la situación en el terreno y expuesto a China por su falta de transparencia, la pandemia habría sido contenida en su fuente y se hubieran salvado miles de vidas", dijo el martes durante una rueda de prensa en la Casa Blanca.

Trump añadió que su gobierno evaluará la gestión de Ghebreyesus y la relación de la OMS con China en medio de la crisis del coronavirus. Mientras dure esa investigación, que tomará un máximo de 90 días, los fondos que Washington aporta estarán congelados.

La realidad es que con 600,000 infectados y 26,000 muertos, Trump ha sido desbordado por la pandemia y en una acción defensiva —por haber minimizado la amenaza y desoído las advertencias de su equipo de científicos— puso en práctica su libreto de atacar como mejor defensa ante sus errores mortales.

Ha dirigido sus naves contra la OMS a la que calificó de "chinocéntrica". Responsabilizó directamente a Ghebreyesus por "su severa mala gestión y encubrimiento de la propagación del virus". "La OMS falló en su obligación básica y debe rendir cuentas", indicó.

La OMS dispone de un presupuesto anual de $4,500 millones, que se completa con 25% de cuotas de los Estados miembros y 75% de aportes voluntarios y de entes privados. Washington contribuye con unos $500 millones. China con unos $30 millones, seguido de Japón con $20. En medio de la pandemia, Pekín entregó $20 millones a Ghebreyesus lo que fue visto como una manera de reforzar los vínculos con su aliado ideológico.

Respaldo a la OMS

Aunque otros países también han cuestionado los fallos de la OMS en la gestión de la crisis del COVID-19, han criticado la decisión de Trump de congelar los fondos de Washington a esa organización por lo inoportuno del momento.

El secretario general de la ONU, el socialista portugués Antonio Guterres, aceptó que habrá que analizar en su oportunidad "cómo reaccionaron todos aquellos implicados en la crisis", pero afirmó que "no es el momento de reducir el financiamiento operativo de la OMS porque es absolutamente esencial en los esfuerzos del mundo para ganar la guerra contra la COVID-19".

"Estados Unidos ha sido siempre un socio fiel y generoso y esperamos que lo siga siendo", fue la reacción de Ghebreyesus. "Revisaremos el impacto de esta decisión en nuestras cuentas y trabajaremos con otras fuentes para intentar llenar ese vacío". En esa línea el Reino Unido anunció una nueva contribución de $75 millones para la OMS.

"No hay ninguna razón que justifique esta decisión, cuando los esfuerzos de la OMS son más necesarios que nunca para ayudar a contener y mitigar la pandemia del coronavirus", dijo Josep Borrell, representante de Política Exterior de la Unión Europea y crítico de la diplomacia de las mascarillas orquestada por China.

China y Rusia, cada uno por su lado, manifestaron su preocupación por la medida, pidieron no andar buscando culpables y reconsiderar la decisión porque "reduce la capacidad de la OMS y mina la cooperación internacional contra la epidemia".

En medio de la polémica, el secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo el martes al diario alemán Bild que las acusaciones contra China están basadas en hechos científicos y no en aspectos políticos y que Washington buscará que los "responsables" de la pandemia mundial de COVID-19 asuman las consecuencias de sus acciones. "Habrá un momento para asegurarnos de que todos comprendamos lo que sucedió y de que los responsables rindan cuentas por ello", afirmó.

"No olvidaremos qué régimen puso a la ciudad donde el virus se originó bajo llave, pero permitió que los aviones volaran desde allí. China permitió la expansión del COVID-19 y eso Occidente no lo olvidará", destacó, por su parte, el historiador británico Tom Holland en una entrevista publicada este miércoles en El Confidencial.

Al salir en defensa de Ghereyesus y el papel de Pekín en la gestión de la pandemia, China dijo ayer que está luchando contra el coronavirus y contra "el virus de la guerra fría".

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