• 29/10/2008 01:00

¿Justicia militar?...

“La Justicia Militar es a la Justicia lo que la Música Militar a la Música”, Groucho Marx.

“La Justicia Militar es a la Justicia lo que la Música Militar a la Música”, Groucho Marx.

Hace años escuché el relato de un artista, quien en su juventud había desertado de una escuela militar latinoamericana; ocurre que justo al ingreso, a cada alumno le entregaban un cachorro, con la instrucción de proveerle el mayor cuidado, para lo cual la institución les facilitaba lo necesario; obviamente con el tiempo el animal crecía fortaleciéndose el vínculo entre ambos; pero éste recluta, que sentía especial afecto por los perros, habiéndose enterado, a través de un oficial egresado del plantel, prefirió abandonar la carrera por considerarse incapaz de superar uno de los requisitos exigidos para graduarse, el cual consistía en que cada estudiante debía sacrificar a su perro; lo que, a criterio del cuerpo docente, constituía una prueba irrefutable de la capacidad del soldado para obedecer las órdenes por encima de cualquier consideración. La obediencia debida consiste precisamente en el estricto cumplimiento de la orden impartida por sus superiores jerárquicos, a quienes siempre deberá dirigirse como fiel subordinado.

Sin embargo, dicho requisito es poco comparado con las “ enseñanzas ” de los cursos de “ especialización ” como los impartidos en la Escuela de las Américas, donde fueron entrenados muchos de los que luego usurparon el poder y sometieron a sus pueblos al terror y a la violación indiscriminada de los derechos humanos. En el 2007, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley Kevlar, que faculta a la Secretaría de Defensa “ a aplicar medidas preventivas y de intervención temprana, de procedimientos que reduzcan los desórdenes post traumáticos ”. El coronel Peter Kilner, dijo: “ El entrenamiento militar moderno condiciona a los soldados para que reaccionen ante los estímulos y esto maximiza su capacidad letal, desbordando toda autonomía moral. Se condiciona a los soldados para que actúen sin considerar las repercusiones morales de sus acciones, se los torna capaces de matar sin tomar la decisión consciente de hacerlo. Si no pueden justificar ante sí mismos el acto de matar a otro ser humano, probable y comprensiblemente se sentirán muy culpables y esto se manifestará en un síndrome postraumático, que dañará la vida de miles de hombres que cumplieron su deber en el frente ”.

Los excesos del autoritarismo aún están muy frescos en la memoria colectiva como para pretender que con sólo repetir “ voltear la página ” baste para olvidar y permitirle, sobre todo a los militares reciclados en el gobierno “democrático” hacer lo que les plazca, incluyendo el nombramiento, por encima del artículo 310 de la Constitución Nacional, de otro uniformado a cargo de la Policía.

Uno de tantos civiloides, oportunistas con vocación para el servilismo, que llevan el uniforme por dentro, en un debate sobre los decretos del autoritarismo, manifestó que los mismos son irreversibles!; semejante aberración sólo es comparable a la abyección de algunos defensores de lo indefendible. Por cierto, el ilustre profesor de Derecho Hernando Devis Echandía llegó a una conclusión que cobra vigencia cada vez que se hurga en el horrendo y vergonzante pasado de los militares ejerciendo el poder público. Dijo: “ dejar la justicia en manos de los militares es como dejar la administración de los conventos en manos de las prostitutas”. Espero que prevalezca la sensatez y haya justicia para Andrés García? ¿Recurrirán a subterfugios legales?... ¿usted qué opina?

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