• 18/11/2008 01:00

Una política de dizque ‘Mano Dura’

Terminando la administración Moscoso se desarrolló un intenso operativo represivo contra la delincuencia y la criminalidad urbana, princ...

Terminando la administración Moscoso se desarrolló un intenso operativo represivo contra la delincuencia y la criminalidad urbana, principalmente en las ciudades de Panamá y Colón. Estas acciones fueron respuesta a una imparable ola de violencia urbana. Según documentaron los medios en esa oportunidad, la gota que rebasó el vaso fue la ejecución de unos supuestos lavadores de dinero en el Corredor Sur, quienes arribaron clandestinamente al país y que estarían vinculados a poderosos grupos económicos y a funcionarios públicos de alto perfil.

Lo que se conoció como la “Mano Dura” no fue más que una reacción inmediata a esa cadena delictiva y criminal que estaría afectando la tranquilidad ciudadana y la gobernabilidad. En el imaginario popular, la “Mano Dura” se asimiló directamente a mayor represión del crimen en las calles. Estas operaciones no fueron precedidas por una planificación a largo plazo de la seguridad ciudadana, que reflejara la prioridad que este tema tenía en la agenda de Estado. De hecho, la Mano Dura fue una respuesta reactiva y no propiamente proactiva frente al problema. Las circunstancias acorralaron al gobierno y el mismo tuvo que reaccionar. Aun así, esta respuesta fue recibida con satisfacción por la población.

Con la llegada del nuevo gobierno en el 2004, en lugar de Mano Dura, se establecerían otras estrategias (“Mano Amiga”, “Seguridad con firmeza”, “Seguridad Integral”). Frente al crecimiento del crimen organizado, la criminalidad y la delincuencia generalizada, la población percibió estas últimas estrategias como deficitarias e insuficientes y, para muchos, como difíciles de sustentar, en la medida en que la Mano Dura ha sido un punto de referencia. Resulta que la Mano Dura, como se propuso, no ha necesitado plan estratégico que la sustente o justifique. Cada víctima le ha dado el aval a la Mano Dura. Adicionalmente, los que no han sido víctimas aun, frente al temor y riesgo de ser víctimas son potenciales apoyadores de la medida. Este ha sido el sustento real de la Mano Dura, y no tanto su efectividad.

Si lo vemos desde esta perspectiva, la “Mano Dura”, es menos dura y difícil de lo que parece. No ha sido necesario planificarla con mucho detalles, ni hacer proyecciones a largo o mediano plazo. La Mano Dura se justifica por sí sola. Lo que sí parece más difícil y “más duro” es la prevención del crimen y la inseguridad. La verdadera Mano Dura es la prevención, porque esta sí enfrentaría una fuerte resistencia (cultural, legal y política) y exigiría planificación e integración con medidas responsables de represión que no violen los derechos humanos. ¿Por qué en lugar de hablar dizque de Mano Dura no le damos verdaderamente Mano Dura a la prevención del delito, viéndola como política de Estado y no como “slogan” político?

-El autor es profesor universitario e investigador social.ideman582003@gmail.com

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