• 19/12/2008 01:00

Navideño cuento panameño

Había una vez un país pequeñito, en la cintura más estrecha del continente americano, que en comparación demográfica tenía muy pocos hab...

Había una vez un país pequeñito, en la cintura más estrecha del continente americano, que en comparación demográfica tenía muy pocos habitantes con más o menos las mismas características del resto de la población mundial.

La población de este país es extremista, porque se desenfrena obscenamente en festividades paganas y a la vez es muy espiritual, solidaria y generosa en momentos de fraternal necesidad.

Un rey mago de navidades pasadas les construyó un canal, para que fueran “pro mundi beneficio” y por muchas décadas, el mundo se benefició acortando sus distancias entre hermanos de todas las razas y credos.

Otro rey de las mismas tierras, contribuyó a que el canal, fuera sólo panameño y además de seguir beneficiando al mundo, también derramara su bonanza al pueblo que noblemente se dejó cortar por la mitad.

Como en todo cuento hay un villano, durante algún tiempo hubo un tirano, un Herodes, un ogro con cara de fruta, que maltrató a todo el pueblo y nuevamente otro rey de las mismas tierras, precisamente para temporada navideña, lo desterró.

En postrimerías de la Navidad, nos vienen tres reyes magos con la publicitada intención de dar al país mejor futuro. Todos quieren reinar y poder utilizar el palacio de las garzas y el avión presidencial.

Uno de estos reyes magos es un hombre de buenos sentimientos, con un pasado de manos limpias, que luchando contra legiones matriarcales de su revuelto país, pretende hacer llegar al Niño Dios del pueblo panameño el incienso... lástima que al incienso se lo lleva el viento y sólo nos llena su fragancia.

Otro de los reyes magos es un mercader afortunado, que pretende traerle al Niño Dios panameño, oro, un oro que no sabemos si cuando se funda esté puro y se pueda repartir entre los que en verdad lo necesitan y no a engrosar los depósitos de aquellos que ya teniéndolo, quieran más y más.

La tercera reina maga, que más que reina es maga, sinónimo de bruja, trae para nuestro Niño Dios panameño la mirra, valioso ingrediente del pasado, utilizado en la elaboración de perfumes que anulen los malos olores y también se usaba para embalsamar a los muertos.

El Ángel de la democracia, el más distraído de todos los Ángeles, pretende dar a los tres reyes magos la misma oportunidad. (Pretensión discutible).

El final de este cuento tiene dos posibilidades, una que cuando el pueblo vote y resulte equivocada su decisión, termine con; “Esta historia triste continuará...” o si sabemos utilizar la conciencia y nuestro esfuerzo... “Todos los panameños vivieron felices, por los próximos 5 años”.

Dios, te pido ilumines a los tres reyes, pero sobre todo a nosotros al votar.

Colorín, colorado, este cuento... solamente está comenzando.

-El autor es escritor.manueljrs@yahoo.com

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