• 01/03/2009 01:00

El ataque a Balbina

Como panameño me sentí muy mal en el momento que pude conocer sobre un ataque a Balbina Herrera, candidata a la Presidencia de la Repúbl...

Como panameño me sentí muy mal en el momento que pude conocer sobre un ataque a Balbina Herrera, candidata a la Presidencia de la República por el PRD. Lo ocurrido es inaceptable en una sociedad que aspira a proyectarse ante el mundo y ante sí misma como civilizada y moderna, y que en virtud de todo ello rechaza la violencia, venga de donde venga.

Tal vez, para algunas personas lo ocurrido no pasa de ser un incidente de Carnaval o de las consecuencias que asumen los candidatos por estar metidos y hasta patrocinando las actividades que giran entorno a esta fiesta.

Ese sería el razonamiento superficial, poco inteligente y hasta alejado de la realidad.

Sin el ánimo de exagerar, a lo que pasó en Penonomé hay que prestarle atención, y no puede ser analizado como un hecho aislado; las campañas políticas generan pasión, eso es normal, pero las mismas no deben ser desbordadas para no incurrir en excesos.

La historia de países cercanos al nuestro está marcada por procesos electorales que degeneraron en violencia, y por esa degeneración comenzó una espiral de violencia que tomó años superarla, pero mientras la superaban hubo en el medio cantidad de muertos, heridos y desaparecidos.

¿Será esa la sociedad en la que queremos vivir en Panamá?

¿O, es que tendremos que confirmar, una vez más, que “nadie escarmienta en cabeza ajena”?

Debo suponer que nadie en este país quisiera vivir lo que vivieron los hermanos centroamericanos y colombianos por las décadas de los 60 a los 80.

En lo ocurrido en aquellos países, si bien es cierto existió un factor externo, que fue la denominada guerra fría, no es menos cierto que también hubo un alto porcentaje de responsabilidad por parte de la clase política de aquellos días.

Dentro de esa cuota de responsabilidad está, sin duda, la intolerancia política; esa actitud de no aceptar que haya personas que piensen y actúen, políticamente, de forma distinta a la mía.

El otro aspecto que destacó en la crisis por la que esos pueblos pasaron fue la forma como sectores de la sociedad organizados en partidos políticos se aferraron al poder.

Para varios de esos grupos era inaceptable y hasta imperdonable que otros miembros de la sociedad aspiraran a ocupar los cargos de elección, sino que además había que impedir el respeto a la voluntad popular cuando una mayoría decidía cambiar, voto a voto, a quienes detentaban el poder. Ese fue otro de los detonantes de lo ocurrido cerca de nuestras fronteras.

Balbina Herrera está obligada a decir quién fue el agresor. No hay espacio para excusas de “dirigente responsable que quiere o quiso evitar una situación violenta ese día”.

Por el contrario, como presidenta que es del partido con más inscritos en este país, que además es el partido gobernante, tiene la obligación de hacer que la justicia, una vez más, quede puesta a prueba.

Ella dijo que bajó de la tarima en donde estaba, que habló con el sujeto, que le pidió a las autoridades que lo dejaran, que estaba vestido con camiseta de “los locos somos más” (de la campaña de Martinelli).

Si todo esto es verdad y espero que así sea, por la credibilidad de la candidata, entonces hay que proceder como se hace en una sociedad civilizada, que le caiga todo el peso de la ley y que podamos seguir avanzando hasta el 3 de mayo sin violencia.

* Analista político. ecabrera@wpanama.com

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