• 11/03/2009 01:00

Fumar es estup?

Si piensa que me refiero al adjetivo que significa asombroso, admirable, se equivoca. Muchos se dejan llevar por los ídolos efímeros, po...

Si piensa que me refiero al adjetivo que significa asombroso, admirable, se equivoca. Muchos se dejan llevar por los ídolos efímeros, por los mitos del supuesto placer de fumar y por el criminal asocio entre los productores de cine con las tabacaleras. En los últimos meses he asistido a varias salas de cine y salgo horrorizado del mensaje alienante de las películas.

Usted se acuerda de la famosa producción de “El Sastre de Panamá”, sí, esa donde actuaban Pierce Brosnan, Geoffrey Rush, Jamie Lee Curtis, Brendan Gleeson, Catherine McCormack, Leonor Varela, Harold Pinter, entre otros. Para mí la trama principal estuvo basada en el vicio dañino a juzgar por las veces en que Brosnan encendió y fumó un cigarrillo.

Algo más reciente presencié la cinta “Revolutionary road”, donde sobresalían Leonardo Di Caprio, Kate Winslet, Kathy Bates, Michael Shannon y Max Casella. En esta producción aireada a mediados del siglo pasado el hombre de Titanic no cesaba de fumar. Hace pocos días me invitaron a ver “La novia de mi mejor amigo” y ocurrió lo mismo.

Siento que así como se le ha declarado la guerra al cigarrillo, en la mayoría de los frentes, los gobiernos deben atacar por el lado de los realizadores y directores de cine.

No se trata de censurarlos; primero está la salud del planeta que el enriquecimiento de unos pocos. Fumar es el vicio más dañino que he conocido.

Se perjudica el que lo hace, los que están cerca de él; se daña el ambiente con el humo y con los incendios que provoca una colilla encendida arrojada de manera irresponsable.

Se atenta contra la economía del vicioso; es el camino corto hacia un sufrimiento largo y doloroso. ¡No entiendo cómo algunos seres humanos se atreven a decir que una taza de café, con una buena lectura y un cigarrillo provocan un gran placer.

En la entrada de la sucursal de la Caja de Ahorros de Balboa, áreas revertidas, se apostaba un señor a vender chances y billetes. ¿Cuándo vas a dejar ese vicio? Era mi pregunta obligada, al verlo. “No se preocupe profe, el día de morir es uno solo; déjeme con mi vida y mi vicio”, era su respuesta.

Hace unos meses me lo encontré; estaba pálido, flaco. Me expresó que tuvo problemas de respiración y al acudir al médico se encontró con unos exámenes y radiografías espeluznantes.

Sus pulmones estaban destruidos y la capacidad de asimilar el aire había disminuido en un 90 por ciento, lo que le hacía difícil respirar.

Tenía 60 años e inició su adicción al cigarrillo a los 20. Con cara triste, un semblante distinto al personaje orgulloso de su vicio exclamó: “profe, he vivido 40 años como imbécil, idiota y estúpido, apegado a una actividad nociva, dañina, destructiva”. Se notaba la desesperación que tenía por hacerle llegar este mensaje a la mayor cantidad de personas.

Le prometí que algún día contaría su historia para beneficio de muchos. Hace poco murió y es mi responsabilidad cumplir con lo acordado.

Termino por preguntarles a los fumadores que lean este escrito, ¿cómo se sienten, imbéciles, idiotas o estúpidos?

Todavía están a tiempo de corregir el rumbo y salvar sus vidas y las de las personas que están a su alrededor.

Al gobierno, más mensajes cívicos a través de la enseñanza en todos los niveles y no bajar la guardia en el cumplimiento de la ley.

-Ex sec. de Prensa de la Presidencia de la Rep.rehernandez19@gmail.com

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