• 31/05/2009 02:00

Funcionarios en capilla ardiente

En este vértice moderno del mundo profesional, es muy tentador caer envueltos en la telaraña laboral, olvidando que el trabajo es parte ...

En este vértice moderno del mundo profesional, es muy tentador caer envueltos en la telaraña laboral, olvidando que el trabajo es parte de la dignidad del ser humano. Cuestión ésta última, de la que cada vez se traza una línea divisoria entre el gobierno actual y con el que está por asumir el liderazgo del Estado en relación a la Carrera Administrativa. Según se dice, en la administración actual se ingresó personal, sin verificar si estos reunían los requisitos mínimos para el cargo. Las quejas del nuevo gobierno hicieron que el actual director de la Carrera Administrativa suspendiera el proceso de acreditación. ¿Acertado? ¿Cuál de las dos fuerzas tiene la razón?

Lo que no es acertado es el despido masivo que alegremente se da cada vez que una nueva administración toma el control gubernamental. Situación sumamente dolorosa y peligrosa. Y, aparece lo que llamo “el síndrome del funcionario despedido”, que está asociado a la proliferación de casos de depresión, suicidios e infartos.

Jugar con el dolor humano es cruel y despiadado. Muchos sentimientos embargan a la persona: rabia, temor, resentimiento, angustia, preocupación y desesperación. Se sentirá desvalorizado e inútil. Lamentablemente, no existe una fórmula para enfrentar el despido, que es vivida de manera muy personal por quien le toca atravesarla.

La Carrera Administrativa debe regularse de forma seria y permanente para evitar que la salud mental de un país se afecte.

A todo empleado de gobierno y de la empresa privada se le debe brindar asesoramiento y una adecuada supervisión, así como capacitación periódica y atención psicológica preventiva. Cuando un funcionario no asume su responsabilidad como se espera, siempre hay un motivo e influyen enormemente los problemas económicos, familiares, personales y de estrés. La situación es temeraria cuando es de índole político.

Para el ciudadano común el pertenecer a un partido político la mayoría de las veces lo hace con la esperanza de conseguir un empleo o el de asegurar el que tiene. Esa es la ley natural del pobre con pocas oportunidades en el mundo laboral.

También he de referirme a la muerte de dos jóvenes pescadores de Playa Leona por miembros de la Fuerza Pública. En el estudio que realicé en la Policía Nacional —y en el artículo anterior hice algunos comentarios— encontramos otras torpezas que se vienen haciendo.

Los encargados de evaluar al personal nuevo y del uniformado que ya labora, no está en la capacidad de realizar tan compleja labor como es el estudio exhaustivo de la personalidad que es un componente importante para facilitarle a la institución y a la ciudadanía con qué clase de persona estamos lidiando.

Recomendé entre otras cosas que las evaluaciones deben ser realizadas por psicólogos con la especialidad laboral o clínica, y que los estudios masivos para ahorrar tiempo deberían darse a través de un programa de software de pruebas psicológicas y que las mismas deben ser periódicas. Dicho programa computarizado pudo ser adquirido por cuatro mil dólares y no por uno que decidieron comprar por la suma de más de 30 mil dólares, después que renuncié de la institución.

“El trabajo es la expresión más fiel de la vida”. Sin embargo, si estás por ser despedido no significa que tú como persona tienes expirada tu existencia.

-La autora es especialista en la conducta humana.gemiliani@cableonda.net

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