• 13/04/2010 02:00

La crisis de los partidos

A menos de un año de las elecciones de mayo pasadas, los partidos políticos panameños han caído en su mayoría en crisis. Curiosamente, h...

A menos de un año de las elecciones de mayo pasadas, los partidos políticos panameños han caído en su mayoría en crisis. Curiosamente, hasta los partidos en el poder parecen haber contraído el virus de la frustración colectiva. Solo el CD parece navegar en aparente calma, aunque se vislumbran choques entre los “viejos” y los “recién inscritos” por posiciones y cargos públicos. La crisis se evita siguiendo el patrón de los gobernantes anteriores, nombrar a los dirigentes y evitar reuniones de los miembros y estamentos del partido.

Por su parte, el panameñismo muestra claras fisuras que habrán de acentuarse a medida que la convención del próximo año se acerque. Fuertes movimientos internos buscarán cambiar a los directivos y la carrera por la postulación en el 2014 se iniciará para esos meses. Los dos más débiles de la alianza de gobierno Molirena y UP parecen resignados a desaparecer desde el gobierno. UP abiertamente anuncia su deseo de fusionarse con el CD y colgar para siempre las banderas del liberalismo mientras su membresía en bandada ni siquiera espera la fusión, simplemente procede a inscribirse voluntariamente en CD.

En el Molirena la situación es algo más complicada, unos parten independientemente hacia CD mientras la dirección formal anuncia su intención de fusionarse, pero los miembros fundadores y notables del partido rechazan la idea y prefieren dejar que los tránsfugas se vayan solos. Al final, un debilitado Molirena podría sobrevivir, maltrecho y dividido.

En la oposición, una vez más el Partido Popular muestra su capacidad de organización, procedió a cambiar su dirección y directivos y sorpresivamente anuncia un ambicioso plan de reorganización para formar un “partido del siglo 21”, manteniendo una línea opositora y lanzando un aspirante, “desde ya”, a la presidencia, Milton Henríquez.

Por otro lado, el PRD, el partido más numeroso del país, busca evitar una debacle que podría generar o bien la salida de decenas de miles de sus miembros o bien la formación de nuevos partidos torrijistas con la iniciativa de bases frustradas con la actual situación del partido.

El problema se profundiza al dejar el torrijismo de verse como una ideología y convertirse en un método de dirección, haciendo que muchos se consideren torrijistas dentro de cualquier otro partido.

El intento de reorganizar el partido no se logró a la velocidad que los miembros esperaban y en honor a la verdad se percibe “mas de lo mismo”, simplemente cambiaron las personas pero las expectativas de una mejor organización y mejor administración no se dio.

La crisis de los partidos se agudizará con el tiempo, al acercarse nuevamente los preámbulos de las campañas electorales.

Los dirigentes piensan en primarias y no en partido, en la competencia interna y no en la proyección del partido. Electos buscan reelegirse, aspirantes buscan garantizarse su postulación. Ningún partido tiene hoy una directiva institucionalista, despojada de ambición personal, trabajando por el colectivo y no para determinados aspirantes. Los partidos cayeron todos en roscas directivas, excluyentes, con muy pocas reuniones de directorio, comisiones políticas o estamentos regionales. Al final de cuentas, la política cayó en una simple competencia electorera.

*Analista Político marognoni@cwpanama.net

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