• 29/10/2010 02:00

Subsidio electoral y otras frustraciones

Nadie dudaría, si Panamá fuera un país con instituciones democráticas sólidas, que la figura del subsidio electoral, por ejemplo, juega ...

Nadie dudaría, si Panamá fuera un país con instituciones democráticas sólidas, que la figura del subsidio electoral, por ejemplo, juega un papel importante en fortalecer a los partidos políticos como herramientas del ciudadano para expresar sus ideas.

Tampoco nadie cuestionaría ni dudaría del porcentaje del Seguro Educativo que le descuentan a miles de panameños, si las organizaciones sindicales realmente educaran y orientaran a sus bases y cada día, en vez de la dirigencia, aumentara, en vez de decrecer, sus integrantes y los trabajadores en general, creyerán sinceramente en un sindicato como parte fundamental en la construcción permanente y constante de una democracia.

Los hechos nos han puesto en evidencia que las propias cúpulas de los partidos políticos y un Tribunal Electoral, no al servicio del ciudadano, sino de esos grupos que controlan los partidos, que este subsidio a la fecha ni fortalece la democracia, ni mucho menos ayuda en lo más mínimo a la formación política de sus miembros de bases.

Por eso es risible que alguien se desgarre vestiduras por un millonario subsidio, que no permea a las bases ni demuestra para qué y de qué lo usan y es por eso que si alguien pretende darle otro uso, no duden de la aceptación de esa sugerencia.

En principio no debería ser así, sin embargo, los grandes partidos y los pequeños, no predican con un ejemplo que le demuestre al ciudadano de a pie cómo ese subsidio sirve en realidad para crear escuelas de formación y capacitación de ideas, capacitar en administración y de organización democrática y que los futuros funcionarios saben o sabrán, cómo se administra un Estado y cómo se conoce el funcionamiento de sus instituciones, o bien que esto no termina en usos banales, discrecionales y caprichosos para unos cuantos dentro del partido.

El problema es que el subsidio electoral ha creado la creencia al político de que a ellos todo se lo deben regalar y como no es plata de ellos, no hay mística ni deseo de procurar fondos para nada y mucho menos de aportar cuotas o procurar fondos por otras vías que no sean del presupuesto del Estado.

Hay ejemplos en otras latitudes como el APRA en Perú, donde el militante o miembro del partido aporta según sus posibilidades y ello no lo hace menos dueño o miembro del partido que otro que puede dar más.

En otros países el subsidio está condicionado a un control total y estricto de todas las donaciones que recibe un partido, sin posibilidad de anónimos o gente que luego cobre por lo aportado en campaña.

En un país donde hay miseria y desnutrición infantil, aumenta el subempleo y el empleo precario, no se pueden destinar millones a quienes no demuestran el uso racional de esos dineros, como tampoco el Tribunal Electoral hace mayor esfuerzo, salvo ciertos círculos exclusivos, en dar a conocer el destino y manejo de esos fondos al ciudadano que paga sus impuestos.

Es probable que el subsidio electoral tenga un sentido de ser, pero, mientras en Panamá ello no sea debidamente justificado ante los ciudadanos, queda la duda sobre la forma como esos dineros son realmente invertidos y si se justifica que se destinen millonarias partidas y no se vea que en el campo político ahora existan personas más conscientes de sus deberes y derechos en esa materia y que los partidos sean verdaderas escuelas del pensamiento y de las ideas y que, entre otras cosas, el clientelismo político se hubiere superado. Lo mismo pasa con el dinero del Seguro Educativo, que se destina para educación sindical y sus pobres resultados en la masa laboral.

*ABOGADO.

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