• 21/07/2014 02:00

Si yo fuera nica

Uno de los ejes principales de la relación entre Panamá y Corea, es la industria marítima

Uno de los ejes principales de la relación entre Panamá y Corea, es la industria marítima. Dicho país está entre los seis principales usuarios de nuestro Canal. Por otro lado, el 12 por ciento de las embarcaciones en el mundo que eligen nuestra bandera para registrarse, son de dueños coreanos.

Frecuentemente recibí una pregunta de dichos dueños, cuyos planes dependen de la capacidad y peajes del Canal de Panamá: ¿Por qué está retrasada la expansión del Canal? Me ceñí a compartir los boletines formales que sobre el asunto la ACP me facilitó. La otra pregunta que me hacían los coreanos, guardaba relación con el proyecto del Canal nicaragüense.

Para contestar eso, brinde a los coreanos, que son ortodoxos y formales por naturaleza, una respuesta espontánea. ‘La competencia es buenísima’, les dije. Sin perjuicio de lo anterior, agregué que ‘un Canal en Nicaragua construido por China, tiene una desventaja esencial: Panamá ya tiene 100 años en el negocio y lo hace muy bien’.

Las cifras del Canal nicaragüense son interesantes: 40 billones de costo; concesión de 50 años prorrogables y 50 mil personas empleadas durante cinco años de construcción. Hay, sin embargo, un factor que no es cuantitativo, sino cualitativo. La política, la economía y la diplomacia caminan juntas. Sería ingenuo subvalorar el contexto del asunto. Un canal en Nicaragua construido por China, tiene como escollo geopolítico esencial el hecho de que Estados Unidos, en mi opinión, estaría poco complacido. No van a ser meros observadores del asunto. Ya la Cámara de Comercio Estadounidense en Nicaragua, envió los primeros mensajes para que los ‘tomen en cuenta’.

Si yo fuera nica, miraría a Panamá con envidia. Desde 1999, a la fecha, nuestro PIB es 2.5 veces mayor y el PIB per cápita se duplicó; el número de empresas transnacionales que tienen a Panamá como su sede de negocios regionales, se multiplicó seis veces; la producción industrial se quintuplicó; las exportaciones y las exportaciones se cuadriplicaron; los ingresos de la ACP pasaron de 500 millones anuales, a 2.15 billones anuales; ahora, recibimos cuatro veces más turistas.

Si yo fuera nica, hay una estadística, más calidad y humana, que es fruto de las anteriores y suscitaría mayor envidia: en 1999, fin de la era del manejo estadounidense del Canal, el 38 % de los panameños vivía debajo de la línea de pobreza. Hoy, gracias a la administración panameña de nuestro principal recurso, el 26 % de los panameños viven debajo de la línea de pobreza.

Las cifras que he recitado no van cargadas de arrogancia, aunque así parezca. Los panameños estamos conscientes de que el retraso en la ampliación de nuestro Canal, es un asunto delicado y se agrava, pues se reducen los volúmenes de carga que trasegamos y el tráfico migra hacia el Canal de Suez. Estamos conscientes, también, de que nuestros 100 años en el negocio, son simultáneamente ventaja y amenaza. Nuestro producto ya está maduro y los clientes no resistirían incrementos en precios, que lleguen a afectar el valor creado.

Me gustaría preguntarle a los inversionistas chinos detrás del Canal Nicaragüense, cómo piensan superar a Panamá, en aquellas cualidades con solidez y trayectoria, que nos hacen un epicentro logístico global: la segunda Zona Libre más grande del mundo; un centro bancario robusto; la circulación del dólar; puertos muy competitivos, que manejan siete millones de contenedores anuales; ferrocarril y autopista; seguros y reaseguros; el cruce de los cables de Internet más importantes del continente; abogados expertos en negocios internacionales, etcétera.

Es extraordinario y feliz que la administración gubernamental saliente y la entrante hayan alcanzado un acuerdo (tal vez explícito, tal vez tácito), para que el Ingeniero Roberto Roy se mantenga como ministro de Asuntos del Canal. A los navieros no les importa nuestra política criolla. ¡No tiene por qué importarles! Su objetivo es mover carga de un punto a otro, al menor costo posible.

Está en el interés de esos navieros y de los panameños que la Junta Directiva de la ACP, presidida por Roy, planifique con sagacidad y visión, la incorporación de nuevos servicios a lo que ya ofrece el Canal. Así, lo que Panamá cobra, no será solo el peaje que desembolsan quienes atraviesan el atajo de agua. Venderíamos, además, servicios que incluyan una terminal para abastecimiento de gas natural licuado (LNG por sus siglas en inglés) a buques, astilleros de reparaciones navales (Braswell no es suficiente), así como puertos roll on / roll off, para autos y todo lo que tenga ruedas. Ciertamente, es difícil terminar la ampliación y simultáneamente planificar el futuro del Canal. Es difícil y necesario.

No soy nica. Soy panameño. Siento admiración y respeto por nuestros hermanos centroamericanos. Estoy orgulloso de mi pequeñito país grande, pues dificultades actuales y la competencia futura, harán a Panamá grandioso.

*EMBAJADOR DE PANAMÁ EN COREA.

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