• 17/09/2014 02:00

Justicia sin conocimiento no es justicia (I)

"Si en la capital llueve, allá, en el interior no escampa; en esas regiones remotas lo que se dan son aguaceros"

Soy testigo de los muchos abogados y abogadas que me confían su descontento por la actitud sesgada de algunos funcionarios que conforman el sistema judicial. Hablan desde venganzas, tortuguismos, abusos, inclinaciones, falta de una justicia a tiempo, desconocimientos legales y algunos llegan hasta las profundidades de la corrupción.

Ellos y ellas han lanzado frases como: ‘Ese funcionario fuma debajo del agua; aquél vuela con los motores apagados; mientras más escupes mejor serán los fallos’. En fin, son especies de síntesis que al leerlas entre líneas, será fácil llegar a una verdad de a puño. Ellos me confiaron su descontento bajo el juramento de la protección de la fuente, lo cual es sagrado para mi profesión de periodista.

En el caso del distrito de Panamá, por lo menos los profesionales de las leyes una que otra vez salen a denunciar las bellezas del sistema; otros se callan por aquello de que las oficinas judiciales son como la casa del jabonero. ‘No queremos resbalar cuando nos toque tramitar un negocio’, dicen los letrados en Derecho.

Si en la capital llueve, allá, en el interior no escampa; en esas regiones remotas lo que se dan son aguaceros. Y muchos guardan silencio frente a las acciones poco edificantes de quienes tienen que administrar justicia. Tengo que ser honesto; no puedo meter en la misma bolsa a todos. ¡Claro que hay grandes funcionarios que se desviven por aplicar una justicia correcta!

La provincia de Chiriquí es tierra fértil para las anomalías. Tengo varios ejemplos, pero ahora me voy a referir a uno en particular, el cual guarda relación conmigo. Desde el 12 de diciembre de 2005, de acuerdo a documento del Registro Público, soy propietario de una finca en Cerro Punta, la cual adquirí por medio de un remate que pidió una entidad bancaria, para recuperar una deuda. En el bien hay levantadas algunas estructuras; conocido esto le indiqué a mi hermana, Liriola Hernández González, que, a través de la corregiduría de Cerro Punta, les dijera a quienes las habitan que no era mi interés desalojarlos, que la intención era y sigue siendo negociar de la forma más pacífica.

Hubo reuniones en la corregiduría; asistieron varios de los perjudicados. Un señor de nombre Pedro Julio Rodríguez, cedulado 4-93-380, fue contactado por mi hermana para iniciar la negociación. Él, en principio, se mostró interesado y dispuesto a llegar a un arreglo. Al cabo de varios meses me entero de que ese caballero interpuso lo que se conoce como Prescripción Adquisitiva con fecha de mediados de 2012. En la demanda dice que yo tengo paradero desconocido y bajo juramento expresó que desconoce mis generales. Sigue mañana...

*PERIODISTA, EXSECRETARIO DE PRENSA DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA.

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