• 01/10/2014 02:00

Un trío para reír

‘La reciente e inesperada defunción de Néstor De Icaza cierra un ciclo de decesos de reconocidos humoristas locales’

La reciente e inesperada defunción de Néstor De Icaza cierra un ciclo de decesos de reconocidos humoristas locales; todos en su senectud, que dieron al país momentos hilarantes y el ejemplo de sus dotes histriónicas desempeñadas en los medios de comunicación y el teatro. Paradoja esta de que quien nos acostumbró a reír, ahora nos deje acongojados por su partida.

Diría entonces el poeta Juan De Dios Peza, /El carnaval del mundo engaña tanto,/ que las vidas son breves mascaradas;/ aquí aprendemos a reír con llanto,/ y también a llorar con carcajadas/, en aquel célebre poema dedicado a Garrick, el actor teatral, que según el texto requería de alguien que diera vida mediante la risa al propio artista.

A mediados del siglo pasado, se escuchaba todas las noches, en un suntuoso edificio en avenida Perú y calle 29 desde la estación Radio Mía, un programa que protagonizaban los Monarcas del Aire, tres personajes; un mexicano, un gallego y un negro, el chombito Kilroy. Ellos, eran como el diapasón de la cotidianidad del país. No había acontecimiento que dejaran por fuera de sus comentarios, chanzas y punzadas verbales.

En otra área de la capital, a través de la radio RPC, Néstor De Icaza y Aurelio Paredes representaban a personajes en las radionovelas que cada tarde o noche atraían a los oyentes para seguir aquellos argumentos que solo se oían, pero llenaban de imaginación al público con sus efectos, música, sentimientos y desbordaban las ondas electromagnéticas. Se creaba el misterio por la identidad de las voces que daban vigencia a esos seres misteriosos.

Ocurría aquello mencionado por Octavio Paz en su Laberinto de la soledad, ‘Pero el actor, si lo es de veras, se entrega a su personaje y lo encarna plenamente, aunque después, terminada la representación, lo abandone como su piel la serpiente’. Cada uno de ellos tres, De Icaza, Paredes y García Mayorga, llevaron sus personajes a nuevas esferas mediáticas; surgieron así Juan Carrete, Ponche Crema y el Chombito en televisión.

Se enfundaron en sus papeles artísticos y por varios años sentaron las bases de la comedia a través de ese medio audiovisual. ‘Espacio y tiempo estaban ligados y formaban una unidad inseparable...’, a criterio del mexicano Paz. Estos comediantes fueron dando el sentido picaresco a un tiempo muy particular y caracterizado por condiciones sociopolíticas específicas.

Se vivían épocas de profundos enfrentamientos por los tratados con los Estados Unidos y el Canal de Panamá. Ellos ofrecían la pauta cómica en sus programas, como El show de la Una o en espacios dirigidos a la juventud, que hacía el Tío Yeyo, desdoblamiento creativo de Paredes. Él también encarnó a figuras teatrales, mientras que De Icaza, cantó y lució su bigote poblado, bajo un sombrero de fieltro galleta—, a la antigua.

De pronto, se esfumaron los personajes, Juan Carrete dio paso a un radiodifusor; el Chombito se encarnó en un vicegobernador que opcionalmente sacaba las balotas del sorteo de la Lotería y Ponche Crema se fue a enseñar teatro, sobre todo a la radio del Estado. También se hicieron ancianos y desaparecieron de las imágenes; fue como ‘máscara, siempre en peligro de ser desgarrada por una súbita explosión de nuestra intimidad’.

Su círculo más estrecho fue la compañía de cada uno recientemente. Dejan la sorpresa difícil de superar para quienes les conocieron y quizás un sencillo encogimiento de hombros para aquellos más jóvenes, que no entienden que alguien pueda ser aclamado, reconocido y admirado, sin estar con la angustia de teclear frases cortas en las redes sociales. ‘No sabemos quién era Juan Carrete’, dijeron en un salón universitario.

Kilroy, Juan Carrete y Ponche Crema son pilares de nuestro arte escénico y baluartes culturales que nos dejaron herencias inmateriales trascendentes.

*PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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