• 15/10/2014 02:00

Institucionalidad que fue puesta a prueba

Hace cuarenta años el mundo conoció que el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, había dimitido

Hace cuarenta años el mundo conoció que el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, había dimitido. Elegido en 1968 prometiendo ‘ley y orden’, fue reelecto en 1972 con una contundente victoria sobre su rival. Se perfilaba como el mandatario que dejaría huellas imborrables en la historia del país, especialmente por la bonanza económica existente y los logros de su política exterior de acercamiento a la República Popular de China.

Desafortunadamente no resultó así. El historiador Josep Fontana, catedrático de la Universidad de Barcelona, relata su visión sobre ese episodio de la política norteamericana que puso a prueba sus instituciones republicanas y el peso específico de la opinión pública en una democracia participativa.

A continuación cito textualmente algunas reflexiones del profesor Fontana sobre el tema.

‘Nixon llegaba al poder como un hombre lleno de contradicciones, reservado, tortuoso, enérgico e inseguro, que luchaba contra sus demonios interiores y, en ocasiones, contra circunstancias incontrolables. Kissinger (lo calificaba) como un bebedor maníaco y tal vez no del todo cuerdo.

Usaba en privado un lenguaje violento y grosero con expresiones que ofendían la sensibilidad religiosa y contrastaban con la imagen de hombre conservador y respetable que pretendía en público. Sus comentarios sobre personas eran viles y repulsivos, impregnados de antisemitismo. El resultado de esta revelación fue destructor, al mostrarlo al desnudo con toda su impudicia, sus trampas y sus abusos.

Era un pragmático, sin demasiadas pretensiones ideológicas. Aspiraba a concentrar el poder en sus manos, ayudado por una troika de ayudantes. En la lucha contra los radicales utilizó el IRS, que había creado una sección especial para colaborar con el FBI, reuniendo información sobre declaraciones de renta de un amplio grupo de individuos que objetaba la política de la administración. Sus relaciones con la prensa fueron siempre difíciles; de ahí que persiguiera despiadadamente tanto a quienes le criticaban como a quienes creía que les pasaban información. Tenía una lista de periodistas a quienes consideraba enemigos; pretendía que fuesen sometidos a inspecciones de (hacienda) mientras él y su vicepresidente incumplían la obligación de pagar sus impuestos. A su salida se determinó que debía más de US$400,000.00 en impuestos impagos desde que era presidente y que había concedido favores políticos a grandes empresas a cambio de contribuciones ilegales para su compaña.

Tenía mucho que ocultar, incluyendo oscuros negocios que compartía con su amigo Charles Bebe Rebozo; inspectores de hacienda, teledirigidos desde la Casa Blanca, frenaron el peligro que la revelación de tales conexiones podían (afectar) las elecciones. Usó métodos ilegales de escucha, inspección de correspondencia, empleo abusivo de (agencias de inteligencia) y de hacienda. Tenía un fondo secreto para usarlo contra el Partido Demócrata, falsificando cartas, filtrando noticias falsas a la prensa y robando materiales de campaña.

Poco después de su segundo triunfo comenzó a descubrirse lo que al principio parecía un pequeño intento de robo, pero acabó siendo prueba de que el presidente abusaba de su autoridad para aplastar a enemigos domésticos, sin vacilar en cometer actos criminales.

Su fin empezó cuando creó una unidad de investigadores especiales, los fontaneros, cuyo propósito era realizar espionaje político, pero su torpeza acabó descubriendo este tipo de manejos: el 17 de junio de 1972 la policía detuvo a cinco hombres con gafas oscuras, guantes quirúrgicos bolsillos repletos de billetes de dólares. Habían entrado fraudulentamente a las oficinas el Comité Nacional Demócrata en el edificio Watergate para instalar aparatos de escucha y fotocopiar documentos y averiguar lo que los demócratas pensaban utilizar en las elecciones’.

La justicia, el poder legislativo y la opinión pública no le dieron otra alternativa institucional que renunciar.

EXDIPUTADA

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