• 25/10/2014 02:00

El hombre de la casa

Los temas literarios sobre la campiña panameña tienen grandes exponentes; escritores que expresan en sus obras

Los temas literarios sobre la campiña panameña tienen grandes exponentes; escritores que expresan en sus obras, mensajes, de la forma más original que les ha sido posible. Referentes al respecto por los demás, al amor filial, a las tradiciones de la gente del campo; especialmente de las provincias centrales; tal vez con mayor énfasis respecto a las de la Península de Azuero.

Estimo que se ha dicho muy poco sobre una de las obras sobresaliente en estos temas: Alma de Azuero, del gran guarareño estudioso de las costumbres, de las tradiciones, de la flora y fauna azuerense: José del Carmen Saavedra, solo para citar uno de los mejores ejemplos al respecto.

El hombre de la casa, sin embargo, nos muestra otras facetas; valores muy importantes, muy significativos, que el campesino de la Región del Canajagua practica a diario de forma natural, como son: el amor a Dios, la responsabilidad, el respeto por la gente mayor, el amor por las tradiciones, la ayuda mutua, los efectos de la migración santeña a la capital y a otras regiones del país. Hace mucho énfasis en las peripecias, en los sufrimientos, de la gente que se veía obligada a dejar la familia, al terruño, para ir en busca de nuevos horizontes en la ciudad, especialmente a la capital o a la ‘Zona’, la Zona del Canal; en la plenitud de la época en que se cometían las grandes atrocidades contra los panameños por parte del poderío gringo.

Siento que el autor de esta magnífica novela, de pronto, autobiográfica, profesor Marino Jaén Sánchez, maneja este tema de los ‘zonians’ con un poco de candidez. Asumo que por una o dos razones. La primera puede ser porque en aquella época era una ‘bendición trabajar en la Zona’; eran trabajos seguros para aquellos tiempos, hasta cierto punto bien remunerados; aun cuando no se tenía una profesión, era posible, si el individuo se lo proponía, hacerse de un oficio, como plomero, albañil, agrimensor, carpintero o Maestro de Obra; entre muchas otras actividades. En efecto fueron muchos los interioranos que se forjaron una profesión a la que se dedicaron para siempre o levantaron un negocio permanente, dando servicio a sus comunidades, una vez se retiraron o se acabó la ‘Zona’ (refiriéndose a la fase final de la construcción del Canal de Panamá).

Al analizar la obra de mi amigo Marino, siento que este tema lo trató como un poco de lado, dejando sin mencionar las atrocidades e injusticias cometidas bajo el sistema de ‘apartheid’ a quienes trabajaban dentro de ese territorio, conocido como ‘Gold Roll’ y ‘Silver Roll’; sin mencionar que los trabajadores incluidos en el ‘Gold Roll’ eran los estadounidenses con posiciones importantes dentro de la Compañía del Canal de Panamá, propiedad del Gobierno norteamericano; y que los trabajadores bajo el sistema del ‘Silver Roll’, con subjefaturas y puestos de poca importancia, eran los negros, panameños y de otras nacionalidades, sin importar el color de piel; precisamente porque realmente no era ese el mensaje a destacar.

El claro propósito es sin duda el de presentar al ser humano como tal, aquel que emigró del campo, pero que llevaba consigo sentimientos profundos por la familia, que valoraba la amistad, la humildad y lo orienta exaltando a los hombres y mujeres que amamos, de buenos sentimientos y sentido de responsabilidad por nuestros familiares. Realmente lo logra a través de la trama de su novela.

Cito como ejemplo el pasaje en donde el abuelo deja a Marcos al cuidado de su hermanita Sofía, aquella madrugada del Martes de Carnaval, en Rincón Chico; en el que un amigo en plena tuna le dice que su nieto de cuatro años estaba consolando y cuidando en el portal de su casa de quincha a la hermanita de dos que lloraba de miedo. Plasma de forma excelente el mensaje de responsabilidad de este pequeño por el solo hecho de que su abuelo le había inculcado ‘que cuando él no estaba’, él (Marcos) era ‘El hombre de la casa’.

La novela del profesor Marino Jaén es una obra que debe ser de lectura obligatoria en las escuelas del país, porque ilustra con magníficos ejemplos los valores humanos que tanto necesitamos y deseamos rescatar para el panameño de hoy, de mañana y de siempre. El amor, el respeto a los demás, a las damas, a los ancianos, a los que piensan que un maldito vicio es imposible de vencer; en esta obra queda demostrado que sí se puede erradicar, si le damos al afectado el suficiente apoyo con perseverancia, no solo moral, sino con un respaldo integral: máxime si se trata de un hermano u otro familiar.

Esta novela, que fue presentada al público en la reciente Semana del Libro, que promueve el INAC, con prólogo del profesor Julio César Caicedo y de otros comentarios positivos que convidan a su lectura, es un verdadero esfuerzo de una de los autores de hoy, por tratar de mantener vigentes los valores humanos, las buenas costumbres emanadas del campo, que tanto distingue al santeño y por qué no decirlo, al campesino panameño en general.

Le auguramos muchos éxitos a: El hombre de la casa.

*ESCRITOR, COMPOSITOR Y FOLCLORISTA.

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