• 29/12/2015 01:00

¡Un año que termina y otro que comienza!

"Todo lo que venga después de la enseñanza inicial será complemento"

Está por finalizar el año 2014. En su decurso se han producido sucesos de toda índole. Un resumen de inventario nos impone, entre otros hechos de importancia, la campaña política y el resultado de las elecciones nacionales del 4 de mayo pasado, en las que el pueblo decidió dar al traste con el nefasto ‘Gobierno autocrático’ que, durante cinco años, mantuvo capturado al Estado panameño.

Pero no vamos a referirnos a los mismos en detalle (esa tarea corresponde a los medios de comunicación social, en cuyos archivos mantienen información fidedigna de todo lo ocurrido en el año que está por terminar), nos importa más bien, reflexionar en torno a la conducta y el comportamiento de nuestros compatriotas, y la misión social responsable que corresponde a nuestras escuelas (oficiales y particulares), llevar a cabo en todos los niveles de enseñanza, durante el 2015 y años venideros.

Así, el destino del hombre y la mujer panameños, y el arraigo de la cultura han sido, a lo largo de nuestra vida profesional y pública, causa de nuestra indeclinable preocupación. Nos duele toda desviación de la conducta humana y nos entristece todo desentendimiento hacia las instituciones nobles fundadas en los principios de solidaridad, de respeto recíproco y de mutua comprensión.

La Nación panameña es una suma de individualidades y será tanto más calificada, y honrada, cuanto mayor sea el número de sus individualidades dignas, cultas y correctas. La formación de la personalidad, en lo físico y lo moral, en lo intelectual y lo emocional, incluso en lo psíquico, se inicia y culmina en la escuela. Todo lo que venga después de la enseñanza inicial será complemento. Lo básico y fundamental tendrá que existir previamente, como existe la tierra abonada o irrigada, y como existe el germen de la planta para que se produzca el fruto.

El verdadero desarrollo económico, social y funcional de nuestra Nación tiene que ser elaborado a base de inteligencias y esfuerzos, pero Panamá, como cualquiera otra nación, sería indigna de llamarse culta, civilizada y evolucionada si carece de hombres y mujeres correctos. Bien está, que la escuela provea las bases indispensables para la instrucción técnico-profesional, pero su verdadera razón de ser es otra: la formación inicial del niño y la niña que están destinados a convertirse en células activas del organismo social. En este sentido, la escuela debe producir más que talentos, personas íntegras. Y las personas íntegras no se producen sin estímulos, sin consejos rectores y sin una aleccionadora ejemplaridad. ¡Hacen mucha falta ejemplos edificantes en todos los aspectos de la vida nacional!

Entendemos que, por encima de toda otra afirmación conceptual, el buen nombre personal es indispensable para juzgar la correcta actuación humana. ¡Ni la menor mancha debe alterar la dignidad del hombre y la mujer panameños! Es que la honrosa nombradía no está dada por la prosapia ni los pergaminos, sino por la conducta de bien, la fe en la palabra empeñada, la responsabilidad en el compromiso y la veracidad en el juicio.

El maestro —según la más comprensiva acepción del término— está llamado a ser el supremo artífice de la sociedad. ¡Que asuma el papel de trascendencia que le señalan las circunstancias y empeñe su capacidad, su fervor y su perseverancia en la grata tarea humana de hacer germinar en el alma del niño, la niña y del adolescente el íntimo y fundado anhelo de vivir con decoro, con nobleza, con esperanza y con sentido de responsabilidad! Porque el docente, al formar e informar, tiene el deber de actuar sobre los educandos con función rectora e inculcando valores con miras hacia el futuro.

Esta indeclinable responsabilidad es el propósito primordial de su cotidiana comunicación con sus interlocutores. De esa suerte, contribuiremos a forjar seres rectos, voluntades sanas y mentalidades despiertas, componentes esenciales de una Nación que maneja con mesura sus libertades, sobrelleva con dignidad la carga de sus deberes y hace un culto inalterable de la venturosa solidaridad. ¡La sociedad panameña debe valorar al maestro, y con ello se valora a sí mismo!

¡Feliz Año Nuevo 2015 deseo a todos mis compatriotas!

MAESTRO DE CIUDADANOS.

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