• 29/04/2015 02:00

La otra cara de la Ciudad Hospitalaria

Resalta el hecho, de ser cierto como se me expuso, que la actual administración rehusó en todo momento llevar a cabo una transición ordenada

A raíz de los comentarios reseñados en esta columna la semana anterior recibí un mensaje escrito que, por lo comedido y considerado que me pareció, me movió a concederle al remitente la entrevista personal que me solicitó para aclarar ciertos conceptos que consideraba no ajustados a la realidad del proyecto de la Ciudad Hospitalaria de la CSS.

Debo reconocer que esa amable conversación, por más de dos horas, con el subdirector general de la CSS del pasado Gobierno, Marlon De Souza Vieira, fue una experiencia muy ilustrativa que me comprobó que, así como las monedas tienen dos caras, ciertos problemas pueden también tenerlas. Apresurar soluciones tomando en cuenta solo una de esas caras puede llevar a lamentables equivocaciones. Y el remedio puede resultar peor que la enfermedad.

Es imposible referirnos en detalle a todo lo conversado; sin embargo, nos limitaremos a comentar algunos aspectos que más llamaron nuestra atención y que en nuestra opinión deben, al menos, ser investigados con la objetividad que merecemos los asegurados. Mucho está en juego, el servicio médico es urgente y las finanzas ‘no están para tafetanes'.

Resalta el hecho, de ser cierto como se me expuso, que la actual administración rehusó en todo momento llevar a cabo una transición ordenada que le hubiese permitido conocer los detalles importantes del proyecto, sus procesos, sus herramientas tecnológicas. Craso error que podría obligar a transitar sin necesidad en la penumbra de largos desvíos equivocados sin luz adecuada.

No hubo contrato de ‘a dedo'. Al acto público de licitación concurrieron nueve consorcios; solo uno fue descalificado. Excepto uno que licitó por más de B/.800.0 millones, las restantes propusieron cifras razonables entre B/.531.3 millones y B/.651.9 millones, lo cual demostraría la similitud de los costos presupuestados. La oferta de B/.587.5 millones, segunda más económica, fue considerada viable.

No se aprobaron varias adendas al contrato original. Solo se aprobaron dos. La primera, conocida, discutida y aprobada por la Junta Directiva de la CSS para rebajar a B/.517.5 millones el precio originalmente propuesto, no por eliminación de obras o equipamiento, sino por disminución justificada de B/.70.0 millones en los intereses del financiamiento. La segunda, para conceder extensión del plazo de entrega. No se presentaron ni aprobaron adendas adicionales, por tanto, ‘volver al contrato original' significaría forzosamente volver al precio original descartado de B/.587.5 millones.

En las especificaciones de la obra y del equipamiento incluido en el pliego de cargos participaron funcionarios valiosos con muchos años de experiencia en la CSS, ‘cuyo aporte fue invaluable, incansable y muy responsable'. La estructura no incluye ninguna pared interna de ‘gypsum' o yeso no tratado adecuadamente. Se trata en cambio de placas de yeso laminado, un material de construcción muy resistente y más económico utilizado por muchos años en países como Estados Unidos, Argentina, España, México, Uruguay, en paredes de hospitales, salas radiológicas y clínicas por ser fácil de limpiar, resistente al fuego, por ser antihumedad y resistente al moho, no tener asbestos y ser excelente aislante del sonido. El pliego de cargos y el contrato permitieron el uso de materiales de construcción alternos, siempre que cumplieran con estándares internacionales de calidad y seguridad; su uso estaba restringido a áreas especialmente húmedas, como cocina, lavandería, salas de operaciones, rayos x y similares.

Las aclaraciones también giraron en torno a la cercanía del megamercado central, a las vías de acceso, a la provisión de agua y energía eléctrica, al estudio de impacto ambiental. Para todos se había elaborado una solución planificada.

Mi conclusión es que resultaría juicioso escuchar sin prejuicios. Esta moneda tiene dos caras.

EXDIPUTADA

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